Revista Opinión

Fascistas, demócratas y la cuestión catalana

Publicado el 19 octubre 2017 por Msnoferini

Fascistas, demócratas y la cuestión catalana

Esta noche pasada la vicepresidenta del Govern Valencià, Mónica Oltra, ha sufrido un escraché a la puerta de su casa por parte de un grupo de ultra derecha, España 2.000. Hemos llegado a unos extremos muy peligrosos y aunque desde fuera de nuestro país piensen que a diferencia de la mayoría de nuestros vecinos europeos aquí somos afortunados por no tener un volumen excesivamente alto de ultras ni un partido que acoja estos ideales, están equivocados. En España tenemos, para desgracia nuestra, un elevado número de ultras y un partido político importante, o tal vez dos, que les dan cobijo haciendo innecesario que tengan que crear su propio partido (aunque partidos minoritarios donde se juntan cuatro descerebrados donde se hace clara ostentación de su ideología también los hay). Algunos partidos de la derecha española están plagados de militantes ultras, y aunque buena parte de ellos se pongan la máscara de demócratas en sus declaraciones y en más de un acto quedan retratados (sea por sus cánticos o himnos, por las banderas y simbología que se despliega, por no querer aplicar una ley tan justa y necesaria como la de la memoria histórica, o por sus declaraciones totalmente xenófobas y cargadas de odio hacia ciertas minorías.).

Desde que esa derecha supuestamente democrática convirtió a Catalunya en el centro de su peculiar cruzada patria y como trampolín para recuperar el Gobierno del estado, violentando la voluntad popular del pueblo catalán al utilizar la justicia para desmembrar el Estatut de autonomía de Catalunya en aquel ya aparentemente lejano 2010, hemos ido viendo como esa derecha, heredera directa del régimen totalitario que se hizo con el poder con la fuerza de las armas y tiranizó durante cuarenta años este país, está más presente que nunca.

Y son los motivos expuestos, entre otros, los que me llevan como catalán a tener el punto vista que tengo y a participar en ciertos actos y a escribir determinados artículos y comentarios en las redes sociales sobre Catalunya y el Procés. Más de una persona me ha comentado que parezco demasiado cercano a la independencia de Catalunya, pero lo cierto es que sigo pensando y defendiendo los mismos principios de toda mi vida. Unos principios que en una buena parte son heredados y que han ido transmitiéndose de padres a hijos. Soy un proletario, hijo, nieto, bisnieto y descendiente de proletarios y mis ideales son progresistas, sociales y libertarios, y mi patria son todas y ninguna. Me siento muy catalán, pero también me siento muy ligado a Valencia y Aragón, y por tanto a día de hoy aun me sigo sintiendo español; me siento también muy italiano y romano, la maravillosa tierra de quien lo fue casi todo para mí, mi madre. No olvidemos que todo ser humano es un puzle compuesto de miles de piezas, y parte de esas piezas son heredadas y muchas otras las tallamos nosotros mismos para hacerlas encajar en nuestro ser. Y nuestra nacionalidad no viene determinada por un trozo de papel o es una simple cuestión de la tierra donde naces, sino a mi entender viene marcada por donde naces, donde paces, y también tiene mucho que ver con quien te hace (padres, familia, entorno). Y es por ello que nunca apoyaré ni sentiré simpatía alguna por el nacionalismo, pues los considero xenófobos, y que a día de hoy siga sin sentirme atraído por el independentismo catalán. Pero como demócrata y antifascista, tomando una frase que erróneamente se le atribuye a Voltaire siendo en realidad de Evelyn Beatrice Hal:“aunque no comparta tus ideales defenderé con mi vida el que puedas expresarte en libertad”.

Estoy cansado de fascistas, como aquellos que encierran en prisión quienes se revelan pacíficamente por sus ideales, estoy cansado de imposiciones. No trago a quienes quieren convencernos con mentiras y manipulando la información (y de estos desgraciadamente los hay en todos lados y defendiendo todo tipo de ideales). No aguanto que en la situación tan desesperada en la que se encuentran cientos de miles de familias y personas, tras esa estafa que vinieron a llamar crisis, y que ante dramas humanitarios que llevan a millones de personas a huir de guerras y hambre por culpa del deshumanizado capitalismo,  la desinformación tape el volumen de estos dramas y la evidente la inutilidad de nuestros Gobiernos y gobernantes en buscar y aplicar soluciones. Pero aun estando cansado y en una situación de total indignación no me resigno a estarme de brazos cruzados y sigo luchando, pues entiendo que desde el salón de casa poco o nada se puede cambiar. 

MSNoferini

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