La saga protagonizada por Dominic Toretto y su particular grupo de compinches se ha convertido en el gran fenómeno del cine de acción de las últimas dos décadas. Carreras de coches espectaculares, enfrentamientos cuerpo a cuerpo y mucha testosterona han sido algunos de los ingredientes estrella de la franquicia Fast & Furious. Chris Morgan, el guionista de gran parte de la serie, y los productores han decidido proseguir la fábrica de dólares con un spin-off: Fast & Furious: Hobbs and Shaw. Dos de los personajes secundarios del fenómeno, miembros ambos de distintas agencias de espionaje, se reúnen para hacer frente a una organización que pretende acabar con la raza humana a través de un virus mortal.
No obstante, a pesar de encontrarnos ante un producto tan disparatado como el de la saga madre, la cinta, un producto al servicio de los actores Dwayne Johnson yJason Statham, combina elementos algo distintos. Así nos encontramos con una historia que bebe claramente de las películas de agentes secretos a lo James Bond, pero también de las buddy movies protagonizadas por personajes de caracteres dispares en la senda de Arma Letal. Todo ello adornado con ingredientes cómicos, las habituales secuencias de acción espectaculares y elementos cercanos a la ciencia-ficción.
David Leitch, antiguo doble de acción y director de segunda unidad convertido en realizador gracias a títulos como Atómica y Deadpool 2, planifica con cierta competencia y los habituales excesos digitales, pero sin demasiado brillo las secuencias de luchas y enfrentamientos. Sin embargo, fracasa estrepitosamente a la hora de mantener el interés de un largometraje que no acaba de encontrar el tono adecuado. Hay humor, acción y drama familiar, pero sin que acaben de convivir de manera más o menos armónica. El resultado es una de esas películas Frankenstein donde las partes no encajan demasiado bien.
También en el aspecto interpretativo los resultados son desiguales. Johnson salva su papel con su habitual carisma, mientras queIdris Elba se limita a cumplir como malvado cíborg y Statham nunca logra que su agente resulte mínimamente simpático, poniendo de manifiesto, una vez más, que actuar no es lo suyo. Por el contrario, Vanessa Kirby, su hermana en la ficción, imprime a su personaje de espía un cierto magnetismo. No obstante, son los dos de los actores de reparto los que se convierten en los robaescenas de la función: Helen Mirren, divertidísima como abuelita criminal, y Ryan Reynolds, descacharrante en el papel de espía que no para de hacer bromas al estilo Deadpool.
En resumen, Fast & Furious: Hobbs & Shaw es un producto de acción palomitera más que se ve sin esfuerzo, pero que no deja la más mínima huella. Más o menos como una hamburguesa de una gran cadena de restaurantes de comida rápida.
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