Aunque no se preste demasiada atención al tema, lo cierto es que las guerras siempre afectan de forma grave a los ecosistemas y la fauna de los lugares donde hay conflictos bélicos.
Los medios de comunicación ponen el acento únicamente en la población humana, pero las consecuencias suelen ser incluso más devastadoras entre los animales.
Por eso es tan importante el caso de la fauna que logra sobrevivir en zonas de guerra. A pesar de todos los combates y sus consecuencias que se han producido en Afganistán, muchos de los mamíferos han conseguido sobrevivir en los bosques y montañas de este país, que tiene una riqueza biológica enorme.
Algunos estudios recientes en la provincia de Nuritán, en la frontera este entre Afganistán y Pakistán, han revelado avistamientos y otras pruebas de la supervivencia de varias especies, entre ellas: osos negros asiáticos, lobos grises y leopardos.
Los especialistas dudaban hasta ahora si habían sobrevivido a la guerra desde los últimos recuentos que se realizaron en la década de los 70, por lo que significa una gran noticia, que ha sido aplaudida por el programa de la Sociedad de Conservación de la Vida Salvaje Afgana, lanzado en el año 2006. Precisamente entre el año 2006 y el 2009, varios equipos observaron estas especies con cámaras-trampa, estudiaron las pruebas de ADN que habían depositado en sus heces, y buscaron animales en los estudios transectos realizados en los últimos ecosistemas boscosos del país.
En el caso del oso negro, los científicos tomaron 45 fotografías, y 5 fotografías con cámaras-trampa, y observaron 18 ejemplares, además de recopilar 16 muestras escatológicas durante el período del estudio. En el caso del leopardo resultó más complicado, ya que sólo tres ejemplares fueron fotografiados y muy pocos con las cámaras-trampa.
De todas las especies estudiadas, la fotografiada con más frecuencia fue el puercoespín crestado de la India, con pruebas directas o indirectas de más de 280 ejemplares durante el estudio. Además, se pudieron observar zorros rojos, lobos grises y chacales dorados, que son especies de gran valor ecológico.
También se detectaron especies como los macacos Rhesus, las garduñas de cuello amarillo, e incluso unos cuantos gatos monteses y alguna civeta de las palmeras, que son mamíferos parecidos a los gatos y cuya presencia nunca había sido documentada en Afganistán.
Conviene tener en cuenta que los escarpados bosques de Nuristán son probablemente la parte más diversa de Afganistán a nivel biológico, en parte porque los monzones del Océano Indio traen la humedad que falta en otras partes del país. Y el problema viene aquí porque recientes estudios realizados por satélite muestran que estos bosques se han reducido mucho durante las últimas dos décadas, y a día de hoy siguen desapareciendo, lo que pone en riesgo la supervivencia de todas estas especies de gran tamaño.
Parte de la deforestación actual es el resultado de la tala de árboles para usarlos como combustible o como material de construcción, pero sobre todo la mayor parte de la pérdida boscosa se debe a las industrias madereras, que pueden operar con poca vigilancia o regulación en una región caótica, corrupta y sumamente inestable. La violencia ha propiciado una falta de control absoluta y ha acelerado la pérdida de recursos naturales. Con la eliminación de los bosques, se pierden opciones de supervivencia no sólo para los animales, sino también para la población local.
Desde la Sociedad de Conservación de la Vida Salvaje Afgana se trabaja con las comunidades locales para impulsar un control sostenible de esos recursos forestales y ayudarles a gestionar los mismos.
Los conservacionistas deben trabajar de forma prioritaria en las áreas de conflicto bélico porque es donde se encuentran algunos de los hábitats más importantes y valiosos del planeta. Algunos estudios han puesto de relieve la coincidencias entre diversidad biológica y ubicaciones de guerras en la segunda mitad del siglo XX, y el 80 por ciento de esos grandes conflictos armados ocurrieron en puntos considerados como de considerable biodiversidad.
Esta correlación significa que parte del trabajo de conservación más importante del mundo se realiza en áreas de guerra, donde la mayoría de las personas no pueden o no quieren darle máxima prioridad a las preocupaciones medioambientales.
Muchos ecologistas salen por piernas de los lugares en guerra, pero la realidad de los grupos de conservacionistas que se quedan y trabajan con la población local, ha demostrado que esto es lo que marca la diferencia en el destino de la diversidad durante un conflicto bélico.
Tanto si se quiere ver como si no, lo cierto es que mantener a salvo la vida salvaje en Afganistán es una importante forma de mantener la paz. Mucho más que otras iniciativas con más propaganda en Occidente de fomento de la educación o de la igualdad de sexos.
Este asunto no trata sólo de osos y leopardos, lobos y zorros, sino que trata de recursos naturales de los cuales depende la gente, y la vida salvaje es uno de los más importantes. Si se pierden esos recursos, significa que las comunidades se van a desintegrar, porque no serán capaces de ser autosuficientes y todo su entorno se empobrecerá.
Por eso es tan importante conservar la vida salvaje en Afganistán, es parte del proceso de paz, ayudarles a gestionar esos recursos naturales es esencial para mantener la estabilidad y la seguridad. Y una garantía de que esas especies sobrevivirán a la guerra y a la población humana.