SO CLOSE, YET SO FAR (30 DE AGOSTO DE 2015) -AVISO SPOILERS-
¿A quién le contarías que se acerca el Apocalipsis? ¿A quién salvarías? En el segundo episodio de Fear the Walking Dead encontramos algunos apuntes interesantes. El primero es el valor de la información. Los que hayan descubierto la verdad sobre la existencia de un virus zombie tendrán más oportunidades de sobrevivir. Por esto, el mejor preparado es un friki conspiranoico como Tobias (Lincoln A. Castellanos). El personaje es seguramente un guiño al espectador medio de The Walking Dead. O su parodia.
Pero volvamos a la importancia de la información. Las autoridades guardan el secreto de lo que está pasando. Los policías lo saben, los civiles no. Esto produce una incomunicación grave: los ciudadanos perciben como brutalidad policial, como exceso en el uso de la fuerza, la forma en que se abate un zombie. Esto ocasiona una revuelta claramente inspirada en los disturbios -raciales- de Los Angeles en 1992. Lo interesante es que, en toda revuelta hay muertos y aquí podría haber muchos. ¿Serán los que protestan, los indignados, la futura masa de muertos vivientes?
El joven Nick Clark (Frank Dillane) comprueba en la radio que nadie se da cuenta de lo que está pasando y que nadie habla de ello. El problema de la desinformación es interesante porque divide a las personas en dos grupos. Los que saben y los que siguen viviendo en la ignorancia. Esto es importante porque, ante el fin del mundo, todas las reglas y leyes que nos mantienen sujetos como sociedad, dejan de ser válidas. Madison Clark (Kim Dickens) sabe que debe actuar rápidamente y no duda en robar medicamentos para su hijo drogadicto; ni en devolver el cuchillo que ella misma había incautado a Tobias. Madison incluso es capaz de "matar" al director del instituto, Art Costa (Scott Lawrence), al descubrir que se ha convertido en un zombie. En el nuevo orden, todo está permitido porque el valor máximo vuelve a ser sobrevivir. Esto es algo que saben bien los protagonistas de la serie madre, The Walking Dead. Para ellos, hace tiempo que un fichaje deportivo dejó de ser importante. Pero aquí los personajes todavía no están acostumbrados a la brutalidad de su nueva vida y matar a un solo zombie es realmente difícil. Para Madison haber matado a su compañero docente es todavía como un asesinato. Así lo demuestra la escena en la que lava la sangre de la mangas de su chaqueta. El muerto viviente en los primeros compases de esta serie se individualiza -todavía son pocos- y apenas vemos uno o dos por capítulo. Esto cambia un poco la metáfora del monstruo. Ya no estamos ante una masa devoradora que amenaza con robarnos nuestra individualidad, sino con el miedo a la muerte, la enfermedad, la decadencia biológica a la que todos estamos condenados. Por eso la vecina de Madison -que no sabe lo que ocurre- dice sentir "miedo" al celebrar el noveno cumpleaños de su hija.
Al final del episodio, Madison nos demuestra que está preparada para cambiar de mentalidad hacia la nueva moral necesaria para sobrevivir en un mundo postapocalíptico. Lo demuestra cuando decide no hacer nada para salvar a sus vecinos. Antes, sin embargo, su marido -Travis (Cliff Curtis)- ha salvado la vida gracias la solidaridad de unos desconocidos: la familia Salazar. Griselda Salazar (Patricia Reyes Spíndola) es católica y sus rezos se intercalan con la despiadada decisión de Madison. ¿Quiere decir esto que ha perdido su alma?CAPÍTULO ANTERIOR: PILOTO