Federer levanta su sexta Copa de Maestros - EFE.
Más que un tenista Roger Federer parece un bailarín que se mueve a cámara lenta y con los pasos precisos. Ni un gesto de más: todo suena a poesía y su raqueta funciona con la delicadeza de una pluma o un pincel. El suizo lleva un tiempo siendo cuestionado, pero siempre vuelve. Incluso en su temporada más complicada desde 2003, la única sin un título de Grand Slam que celebrar y que, sin embargo, ha acabado con 16 triunfos consecutivos y tres torneos ganados de carrerilla: Basilea, París y su sexta Copa de Maestros ante Jo-Wilfried Tsonga, al que venció por 3-6, 7-6 (6) y 3-6 6-3, 6-7 (6) en 2 horas y 18 minutos en el O2 Arena de Londres.
También de carrerilla se podrían mencionar los récords y marcas que celebró Federer, que ha alcanzado el tramo de final fresco e imbatible en pista rápida en una temporada en la que sólo había ganado en Doha. No ganado un grande -tiene 16, más que nadie- desde el Abierto de Australia de 2010, hace casi dos años, pero ya cuenta con seis Copas de Maestros, una más que Pete Sampras y que Ivan Lendl -al que igualó en número de victorias en el torneo, 69-. El suizo, que recupera el número tres mundial, acumula 807 victorias en su carrera, un triunfo más que el sueco Stefan Edberg. Federer es ya el quinto tenista que más partidos ha ganado desde el comienzo de la era abierta (1968).
Federer cerró con una subida a la red y una volea de rabia un encuentro que estuvo a punto de dejar escapar. Se impuso en el primer set después de aprovechar su primera oportunidad para romper el servicio de Tsonga, inmenso en su saque -dos juegos en blanco en la primera manga-. En la segunda, Federer desperdició una pelota de partido en y cedió en el tie-break, resuelto por el francés después de remontar un 2-5 en contra.
En el último set Tsonga cometió excesivos errores y Federer, muy exigido, remató la final con un juego en blanco. El penúltimo punto fue un ace y en el último cerró con una volea en la red. En su 100º final levantó su 70º título. Con 30 años y dos hijas que le acompañan por el mundo junto a su madre Federer todavía está sediento de logros. Así son los genios.