Heredero de la mandolina o de lavihuela, el charango remonta su origen al siglo XVI o XVII durante la tardía colonización española en el andes orientales de Sudamérica, básicamente en tres países: el sur de Perú, Bolivia y el norte de Argentina.
El Inca Garcilaso de la Vega (1523-1616) lo registra en sus obras. Se han ubicado representaciones de sirenas tocando posibles charangos en algunas iglesias coloniales de mediados del siglo XVIII en el altiplano peruano y en Bolivia.
Al músico boliviano Mauro Nuñez se lo reconoce como uno de los principales gestores de su divulgación y enriquecimiento durante el siglo XX, al igual que al argentino Jaime Torres.
En la actualidad el músico peruano Federico Tarazona y el argentino Rolando Goldman están entre sus más destacados exponentes. Aquí la adapración de una antigua pieza para laúd en la versión de Federico Tarazona.