En este pequeño artículo no entraremos a hablar del derecho como tal (no es el propósito de esta pequeña propuesta), hablaremos del inicio del siglo XX y hablaremos de unos pioneros. Uno de ellos es Victor Talking Machine Company, en concreto la empresa creadora de gramófonos (recordemos que junto al fonógrafo eran las fuentes más populares para escuchar grabaciones). Esta empresa posteriormente pasó a ser / pertenecer a RCA y muchos años después a Sony. Con este invento que puede reproducir sonidos grabados, empezó de una manera más clara una evolución en la industria (dejando al margen las partituras, tan necesarias pero en este caso menos accesibles para mucha gente que no podía reproducir ni interpretar).
Con la propagación del gramófono, empresas como RCA no paraban de grabar artistas y obras (la escena era algo especial, no se podía grabar con electricidad en esos momentos y nos encontramos con los discos de 78 RPM, estos discos se grababan de manera más rudimentaria (captando de manera más burda el sonido). Dejando al margen lo que pasaba en Europa, nos centraremos en Estados Unidos, recomendado visionado de la serie documental Country Music para este aspecto. De esta época, nos encontraremos con otra gran evolución y la llegada de un revolucionario Ralph Peer (PeerMusic), este joven A & R grabó, dentro de su carrera a La Familia Carter o a Jimmie Rodgers, dos propuestas musicales con las que todo cambió.
En este momento, cuando empezó algo que cambiaría para siempre la industria, previamente, cuando un artista / grupo llegaba a un estudio a grabar su sesión se reflejaba la música en la grabación (el master), se reflejaban los intérpretes, el grupo y los autores, pero con Ralph Peer se empezaron a pagar los royalties, en concreto las regalías de los que muchos autores vivieron (y bien) muchos años. Cierto que, en esos momentos, muchos autores mostraban como propios los temas populares (de la música Hillbilly, de los ancestros o directamente de los que se cantaba en las iglesias), pero la realidad es que junto a la proliferación de las grabaciones en estudio con micrófonos, la radio y la prensa dando cierto respaldo a estos artistas, se podían vender discos y generar más dinero.
Sería entre el 1927 y los años 30 cuando más proliferación de grabaciones se empezaron a dar en ese incipiente universo donde, en muchas casas, los discos que se compraban eran la banda sonora de cada día.
Sin hacer referencia a las canciones que nacen del alma y que nacen de esas historias cantadas por los distintos músicos populares (de varias razas) que cantaron en cantinas, en los medicine shows o en las primeras grabaciones, nos encontramos en un siglo XXI donde todo cambia, pero donde varios pioneros (editores y autores) lograron que se llegara a donde poco a poco estamos ahora.