Cantad, saltad, montad el Árbol y el Belén.
Reid, llorad, abrazaros y compartid.
Leed cuentos, cagad tiós y esperad a los Reyes Magos.
Comed turrones y sed felices.
Pero nunca olvidéis en llenar el resto de vuestros días
con todos esos buenos deseos que hoy todos nos compartimos.
Y no olvidemos que, el regalo más mágico que podemos ofrecerles a nuestros hijos no se encuentra envuelto en grandes y sofisticados paquetes,
sinó en nuestra compañía y en todos esos instantes que podamos compartir con ellos,
haciendo lo que sea,
compartiendo lo que sea.
Porque la felicidad de nuestros hijos serán todos esos instantes que ahora nos pueden parecer insignificantes, pero que con el paso de los años lo dirán todo.
Todos esos instantes que ahora no prestas atención, pero que con el paso de los años se convertirán en una obsesión cuando te arrepientas de no haberlos vivido.
La felicidad no recae en una semana al año,
sinó en todos esos instantes.
Mis mejores deseos para estos días y para todos los demás días que vengan.
Y no olvidéis vividlos con locura, porque los locos abren caminos que más tarde recorren los sabios.