Revista Cultura y Ocio
"Nada me irrita tanto como esos piques bruscos, cuando todo se detiene, se paraliza. Evidentemente, podría decir, discúlpame. No una sola vez, tendría que decirlo dos veces, con tono agradable. Si dijera, discúlpame, dos veces con tono agradable, podríamos reanudar una relación más o menos normal durante el día, lo que pasa es que no tengo la menor gana, ni la menor posibilidad fisiológica de pronunciar esas palabras cuando ella se detiene en medio de una sección de condimentos con su atónita expresión de agravio e infelicidad. Muévete Odile por favor, digo con voz mesurada, tengo calor y me urge acabar un artículo. Discúlpate, dice."
Reconocí el título a la primera y eso ya me llamó la atención. Me gustaba. Por eso no he tardado en traérmelo a casa, y mucho menos en leerlo, eso me llevó una tarde, un rato sentada bajo un árbol. Hoy traigo a mi estantería virtual, Felices los felices.
"Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices." Estos versos de Borges abren el libro y dejan claro el homenaje realizado en el título. Pero, más allá de eso, dan las claves de lo que nos podemos encontrar en las páginas del libro de Yasmina Reza. Un conjunto de dieciocho historias, casi a modo de relatos cuyos títulos son los nombres de quien toma la palabra. Sin embargo, decir relatos se antoja ridículo a medida que se avanza en la lectura porque todos ellos tienen en común mucho más de lo que parece en un primer momento. Las ciudades son junglas en las que sobrevivimos, y sin embargo el mundo es un pañuelo, y esto sucede con los protagonistas de Reza, todos tienen hilos comunes que se van multiplicando hasta formar una suerte de microsociedad en la que se diseccionan las pasiones, el amor y las parejas.
En el libro tenemos parejas que discuten, otras con hijos que caen víctimas de un trastorno psiquiátrico basado en una obsesión tal vez alimentada por los padres en la más tierna infancia. Hay amantes y amados y también despechados, hay infieles, jugadores y luchadores, personas que envejecen prematuramente y otras que ya lo hicieron hace tiempo y ven acercarse el final queriendo mover el principio. Hay vecinos, amigos a los que se critica y otros que se entienden, traidores y traicionados, médicos con secretos y recepcionistas con sueños, salas de espera con encuentros que bien podían ser inesperados, actrices que despegan y una búsqueda constante de la felicidad por parte de todos ellos.
La crítica del libro es tan brutal como peligrosa, siempre con tacto, con cuidado de no lastimar la vista del lector y la certeza de lastimarlo el alma si se para a pensar. Se critica el matrimonio tanto como el victimismo de quien busca la aventura y se siente luego despachado, se critican las apariencias, las grietas mal tapadas de la vida diaria y se habla de la soledad en compañía. Entonces, ¿dónde queda esa felicidad de la que habla el título? "Hay que nacer con una predisposición para ser feliz" dice uno de los personajes cuando habla de su hijo recordando la infancia de este. Y en este muestrario de hechos cotidianos aislados hasta convertirlos en algo expuesto, Reza nos habla de esa felicidad que muchos solo creen vinculada al amor, o tal vez de quienes se agarran desesperadamente a la palabra amor para conseguir ser felices, sin siquiera pensarlo. El amor como vía de escape, que es más sexo que amor, el amor como lugar seguro, que es más refugio de de vejez que amor, el amor por la aventura casi sórdida que es más un salir de la rutina que amor. El amor social, el que vemos y aceptamos como real, y todo lo que se esconde debajo. No necesita una gran urbe y muchos personajes, y tampoco nos construye un melodrama, al contrario, consigue hacer de esos dramas sonrisas y de las carcajadas de un hombre destrozado por la presión de un drama personal, lágrimas del lector.
"Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices." Y pasamos las páginas recogiendo destellos de felicidad de quienes no supieron encontrarla o tal vez no la buscaron en el lugar adecuado. El libro... me ha encantado.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias