Una está acostumbrada a que Pascua sea sinónimo de Semana Santa, procesiones, torrijas y monas de Pascua; tradiciones desconocidas al norte de los Pirineos. Aún recuerdo las diferentes tradiciones que descubrí durante mi primer año en Francia, y de nuevo en Luxemburgo.
Mi primer gran descubrimiento fue al ir a por un croissant a la pastelería y descubrir la invasión de losconejos de Pascua. Vienen en todos los tamaños, pueden ser de brioche, chocolate, crema o cualquier cosa medianamente comestible y no importa cuántos comas, se reproducen de forma ilimitada. Creo que he ganado alrededor de 2 kg esta semana por culpa de los dichosos conejos.
Conejo de Pascua
Mi segundo gran momento fue al ir a la farmacia el viernes santo y recibir el cambio y un huevo rojo. Ante mi cara de quédemonioshagoyoconesto, la farmacéutica me explicó que era un huevo duro, regalo típico de Pâques, y que me lo podía comer. Y, no contentos con engordarme a base de conejos y huevos duros, al llegar al trabajo me encontré sobre mi mesa un Kinder Sorpresa (en Luxemburgo son Kinder Überraschung, en ese hermoso idioma que es el alemán). Porque los huevos pueden ser duros o de chocolate, y también están por todas partes.
Huevos de pascua
Mi tercer gran momento fue al intentar explicar a mis amigos qué son las procesiones de Semana Santa y por qué, aunque lo parezca, no tienen nada que ver con el Ku Klux Klan. Su respuesta suele ser invariablemente una versión de la famosa cita de Obélix: “ils sont fous ces espagnols” (“están locos estos españoles”).
Y ahora me voy a hacer deporte, que esto de la Pascua me ha costado la mitad de la operación bikini.
Dichosos conejos.