Publicado por Álvaro Saval
Hay diferencias entre la gente feliz y la gente que hace creer que es feliz. De hecho la gente feliz no necesita mostrar nada. Ya lo es. Si eres feliz para qué tienes que forzar. Las cosas salen naturales. Eso que se llama la sonrisa genuina (de Duchenne). Al contrario de lo que podáis pensar a mi esa gente me despierta cierta alegría. Poca esperanza porque esos términos no los manejo pero sí que me gusta ver gente que es feliz, que las cosas le salen bien y que en general tiene una buena vida. La conozca o no.
Otra cosa es estos exhibicionistas de sus vidas que pretenden hacer creer al resto que son felices. Y no contentos con esta apología de su felicidad ficticia (sonrisa forzada, redes sociales) pretenden inculcar a todo el mundo la obligación de ser felices. Como si fuese fácil o como si su mentira tuviese que ser comprada de manera global por todo el mundo.
Aquí está la clave del asunto. Una persona puede ser feliz e intentar que las demás lo sean, loable. Pero debe entender que las circunstancias personales de cada persona son diferentes. Incluso que la idea de felicidad no será igual. Esto que parece sencillo de entender me parece uno de los grandes errores de la actualidad. El poco respeto por el sufrimiento ajeno. Y ya no estoy pidiendo que se pueda entender, comprender o empatizar con el dolor de otras personas. Sólo digo que se respete que hay persona que intentando ser felices, que queriendo serlo, no lo consiguen. Hay que ayudar pero nunca juzgar o, mucho menos, culpar.
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