Revista Fotografía

Felicidad en estado “camping”

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

Viajar al Sur con Tahiel significó para nosotros reeditar nuestros viajes al sur. Recuperar miles de recuerdos y resignificar cientos de lugares y anécdotas. Y recordarnos otra vez que todos necesitamos un poco de sur. Una de las actividades que más teníamos ganas de revivir con Tahiel era la de acampar. Y no nos equivocamos en hacerlo, porque la felicidad extrema que vivenció Tahiel en los días que estuvimos acampando no nos la vamos a olvidar nunca. Ni él ni nosotros.

Nuestro primer destino fue Bariloche y nuestra primera experiencia fue en el camping Villa Maitén, un tranquilo lugar a orillas del lago, a cargo de una hermosa familia compuesta por Celeste, Tomás y el pequeño Constantino. Ellos, como tantos otros, se cansaron de la vida en Buenos Aires y buscaron cumplir su sueño en este rincón del país, rodeados de árboles, lagos y montañas. En Villa Maitén también hay hostel y cabañas, así que unos días también dormimos en las habitaciones del hostel.

Felicidad en estado “camping”

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Tahiel estaba feliz desde que se levantaba hasta que caía rendido a la noche. Sabía que podía correr sin límites, chapotear en el lago y rodar por el pasto. Sabía que podía juntar ramas y piñas y que alguien las iba a usar para el asado. Sabía que se levantaba y jugaba con algunos amigos y que, si nos íbamos a pasear, podía seguir jugando con ellos a la noche. Sabía que Rodolfo le prestaba el kayak amarillo y Paula le daba una galletita. Sabía que Vicente y Martina tenían un montón de autitos y podían pasar horas jugando con ellos. Sabía que Camila y Tomás siempre tenían un abrazo (y alguna papa frita) para él. Sabía que Tomás (el “grande”) lo dejaba trepar a los árboles. Sabía que todos lo querían, aunque recién lo conocieran.

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Su segunda experiencia fue en el Bolsón, en el camping El Refugio Patagónico. Allí nos recibió Diego en  un hermoso predio, rodeado de bosques y montañas. El lugar también tenía hostel y una enorme proveduría donde Tahiel entraba “como pancho por su casa” y donde se enganchó a jugar horas al metegol. Siempre encontraba algún compañero de juego, aunque uno de esos compañeros lo llevó a hacer cosas que a nosotros no nos gustan (como putear mientras jugaba al metegol y tirarle piedras a unas bicicletas estacionadas). Al principio nos enojamos un poco y le explicamos por qué estaba mal lo que estaban haciendo. Después entendimos que siempre en la vida uno se encuentra con personas que hacen cosas que no nos gustan y que no estaba mal que Tahiel tuviera esos primeros contactos, siempre y cuando podamos estar nosotros presentes para explicarle por qué eso que estaban haciendo no estaba tan bien. Nunca sabemos cuánto de todo lo que le decimos entiende, pero creemos que “algo” le queda.

Felicidad en estado “camping”

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La tercera experiencia fue en el camping La Colina, de Esquel. Allí nos recibió Rubén con su familia. La Colina, como su nombre lo indica, se encuentra sobre una pequeña lomada desde donde se tienen unas hermosas vistas de la ciudad y los cerros. Y esto es una de las cosas que más disfrutamos de nuestra estadía. Tahiel, además, jugó un montón con Gringo y Negra, los dos perros de la familia, y se entretuvo horas en el metegol y el tobogán. Creemos que después de este viaje se hizo un poco fanático del metegol y del kayak.

Felicidad en estado “camping”

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Y mientras recuerdo todo lo que Tahiel vivió en estos días me pongo a pensar en que la vida de camping es un poco todo eso que le pasó a Tahiel. Es hacer nuevos amigos (y después extrañarlos un poco), es compartir desde la comida hasta una olla o el jabón para lavar la ropa, es tener mucho tiempo para jugar o descansar, es valorar la sombra y la brisa fresca bajo los árboles, es tener paciencia para cocinar y es disfrutar de las charlas espontáneas que se generan.

El camping es otra manera de pasar hermosos momentos en familia. Claro que no todos disfrutan de este tipo de viaje, porque lo pueden ver como algo cansador, ya que hay que hacer muchas cosas que no están en la categoría “vacaciones”, pero creemos que vale la pena darle una oportunidad. Hay muchos campings y algunos realmente son muy lindos y tienen toda la infraestructura necesaria para estar cómodos (y cada vez hay más y mejores casas rodantes, cajas contenedoras, carpas en altura, etcétera, que facilitan esa vida al aire libre). Además, hay muchos campings familiares donde el ambiente es muy relajado y ameno y donde los chicos se sienten libres y felices.

¡Muchas gracias a todos los que hicieron que la experiencia de Tahiel en los campings sea más que positiva!

¿Alguna vez acamparon? ¿Alguna vez lo hicieron en familia? ¿Quieren contarnos sus experiencias?

Y ya saben…

Si andan por Bariloche, no dejen de visitar Villa Maitén.

Si andan por el El Boslón, no dejen de visitar El Refugio Patogénico.

Si andan por Esquel, no dejen de conocer La Colina.

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