¡Felicidades, Tokio! ¡Felicidades, españoles!
Aunque parezca mentira según las informaciones sesgadas que repetidamente nos envían desde el gobierno central con la manida "marca España", desde el mundo exterior los tienen "clichados" desde hace mucho tiempo. Solo así se entiende que Barcelona, a las primeras de cambio, saliera elegida para organizar unos juegos olímpicos, mientras que Madrid haya sido reiteradamente descartada en las cuatro veces que ha pretendido obtenerlos. Los juegos, en 2020, se harán en Tokio. Felicidades para los japoneses.Seamos sinceros, el hecho de que Madrid presentase seriamente candidatura para organizar unos juegos, tal como está España, hundida en una crisis económica total y en un pestilente lodazal de corrupción institucionalizada, era, como mínimo, de una pornográfica desfachatez.
Pretender gastar 1500 millones de euros en un evento que escasamente duraría 15 días cuando se está empobreciendo el país a pasos agigantados (menos para los 31 afortunados que han encontrado trabajo este agosto, claro), sometiendo al estado a recortes presupuestarios infames tanto en educación, como sanidad, como investigación, como en cultura, con la excusa de que no hay dinero es, sencillamente, burlarse cruelmente de los ciudadanos de este país en su propia cara.
Si no hay dinero... ¿de donde van a sacar esa barbaridad de millones para que los chinos ganen en ping-pong y los jamaicanos corran como gamos? Si se pueden obtener tan fácilmente y alegremente... ¿porqué se somete tan gratuitamente a la gente a pasar las penurias que implica el no tener disponible ese montón de dinero? La respuesta a esta pescadilla que se muerde la cola es sencilla: la gente, al gobierno de España, les importa un bledo. Punto.
Las olimpiadas, en realidad, eran la excusa perfecta para que los cuatro de siempre se llenasen los bolsillos a espuertas con total impunidad. Una excusa que, con la zanahoria de ofrecer cuatro puestos de trabajo -temporales, of course- a los desesperados parados españoles, con la cortina de humo de enaltecer un falso sentimiento patrio y la supuesta publicidad internacional del evento, les permitiera obtener pingües beneficios a base de especular con total libertad con terrenos, construcciones y presupuestos públicos a los que no conocen el significado de la palabra crisis. Pero la opinión internacional no es tonta, e igual que desde Catalunya ya sabemos del palo que van y por eso somos tantos los independentistas, el mundo entero ya hace tiempo que les ha visto el plumero.
Japón, un país avanzado y modélico en cuanto a seriedad y calidad de gestión, se ha llevado la olimpíada del 2020 porque puede, sabe y quiere, dejando con un palmo de narices a los chapuceros, chanchulleros y desvergonzados representantes políticos españoles. No puedo, por menos, que levantar mi vaso de Xibeca -lo siento, es lo más caro que me puedo permitir a día de hoy- por el éxito nipón y, evidentemente, para celebrar de la que nos hemos librado los sufridos ciudadanos de España en caso de que nos hubiera tocado organizarla.
Repito... ¡Felicidades, Tokio!
¡Felicidades, Tokio! ¡Felicidades, españoles!