Felipe González, en tiempos de falangismo,
que recordar no quisiera.
Esta tragedia de grandes dimensiones es aún una asignatura pendiente en España, donde nadie ha sido imputado por los crímenes y no existe un proceso abierto, lo cual es obstaculizado por la Ley de Amnistía aprobada en 1977.
Felipe con el expresidente narcoterrorista
Alvaro Uribe, y en viaje a Medellín con el mismo.
Mientras, un reciente libro, “La CIA en España”, del periodista de investigación Alfredo Grimaldos, asegura que la llegada al poder de Felipe González como presidente del Gobierno español en 1982, fue en realidad la alternativa “diseñada y controlada por la CIA para mantener la tutela sobre España”.
González, cómplice de la impunidad franquista, recibió este 18 de noviembre en Washington el premio anual Liderazgo para las Américas del Diálogo Interamericano, un laboratorio de ideas en la capital de Estados Unidos, institución que honró el servicio público “infatigable, firme, efectivo y continuo” de los “agentes de cambio más influyentes” del Hemisferio Occidental.
Allí, en su discurso, se volvió a permitir los ataques burdos, desproporcionados e injustos contra Venezuela, como acto de servicio, sí, pero a los peores intereses de su propio país nuevamente, donde esa parte que aún oprime al pueblo español, todavía festeja el holocausto en América Latina, como Fiesta Nacional en España.
Felipe González junto a José María Aznar, tienen las manos manchadas de sangre, ha respondido a los constantes ataques, el Defensor del Pueblo venezolano, Tarek William Saab, en el mes de mayo.