Revista Opinión

¡Feliz 2014!

Publicado el 31 diciembre 2013 por Miguelmerino

Si alguna vez no brindo siquiera por tonterías,
brindaré con silencio por la fortuna perdida.
Brindaré muy en serio, por una vez en la vida,
brindo hasta la cirrosis por la vacuna del SIDA…

Salud (dinero y amor), Los Rodríguez

Parece ser que el origen del brindis no es nada inocente. Resulta que los antiguos griegos, brindaban sumergiendo el anfitrión su copa de barro en el ánfora que contenía el vino, para beber el primero y demostrar de esa forma que no pretendía envenenar a sus invitados. A continuación, el resto de invitados iba sumergiendo su copa y bebiendo, ya sin ningún temor.

Más tarde, los romanos, que utilizaban unas copas pesadas, de metal, brindaban entrechocando sus copas con violencia, con el fin de que se mezclaran los licores de ambas copas con el golpe. De esta forma, también se conseguía tranquilizar al invitado y convencerle de que al menos en esa ocasión no moriría envenenado.

En la actualidad, utilizamos copas de cristal, finas y frágiles y no parece aconsejable brindar entrechocándolas, al menos no violentamente, por el riesgo obvio de romperlas y estaba tentado de decir, que tampoco resulta necesario convencer a nuestros invitados de que no tenemos intención de atentar contra su vida. Pero pensándolo bien, venzo la tentación y no lo digo. Me han pasado por la cabeza tantas cenas de empresa, tantas reuniones familiares en las que se brinda entusiásticamente con superiores, inferiores e iguales, con suegras, cuñados y otras hierbas, que a lo mejor no resulta ociosa la comprobación de las buenas intenciones.

Yo, por si acaso, siempre procuro coger una copa que no haya sido preparada para mí, si he de morir envenenado, que sea por accidente y si muere el de al lado, eso que me ahorro.

¡Feliz año nuevo!


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