Por fin puedo decir que el 2013 está a unas horas de terminar. Siempre he pensado que la llegada de un nuevo año es la oportunidad perfecta para plantearte todo aquello que has vivido durante los 365 días anteriores a este momento, el instante idóneo para prometerte a ti mismo que harás del nuevo año otros 365 días mágicos, inolvidables y cargados de emociones de esas que no se olvidan por mucho que pase el tiempo.
El 2013 no me ha dejado todo lo que me hubiera gustado. Ha sido, sin lugar a dudas, un año duro, días repletos de pruebas que superar, instantes de levantar la cabeza sonriendo aunque en mi cabeza ocurriera todo lo contrario. Han sido problemas que han hecho que me diera cuenta de lo que tengo cada día a mi lado y que no soportaría perder, y también problemas que me han hecho ver todas aquellas personas que pensaba que estaban y que en realidad no se encontraban.
Pero, por suerte, no todo han sido malos momentos. He tenido la oportunidad de ejercer por primera vez oficialmente esto a lo que le dedico mi vida desde hace ya cinco años, el periodismo. He conocido a compañeros en Europa Press que ojalá tuvierais la oportunidad vosotros de tener gente así al lado. He reforzado amistades y aún estoy en la labor de deshacerme de todo aquello que no me viene bien, que no están para apoyar en lo malo pero sí compartir lo bueno.
Sin más, empieza un año importante. Los finales de aquello que empezábamos en 2009 se acercan para que de un día para otro aterricemos en ese apasionante pero aterrador mundo laboral. Empieza un año donde deseo con todas mis fuerzas que haya salud por encima de cualquier otra cosa, que podamos olvidar de los malos tragos, de las injusticias, de las pérdidas. Espero un año en el que todos los que me hayáis acompañado durante este, sigáis estando. Y los que no, ha sido un placer.
FELIZ 2014