Revista Opinión

Feliz 2764 aUC (porque el 2011 dC está bien jodido)

Publicado el 31 diciembre 2010 por Eowyndecamelot

Un miembro de uno de los foros revolucionarios a los que estoy suscrita envió una curiosa y algo friki felicitación navideña. Comentaba que en la cultura celta (a la que también pertenece este Bosque), la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de Yule y designaba el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo; esto es, el inicio de un nuevo ciclo. En el mismo sentido y en la misma época del año en la antigua Roma se celebraban las Saturnalias; siguiendo con el mundo latino también explicaba que el día 1-1-11 comenzará (si el Destino no lo remedia y con los desajustes debidos a los cambios de calendarios en dos siglos de historia, ya sabéis, el Juliano, el Gregoriano y demás, añado yo), el año 2764 aUC (ab urbe condita, o sea, de la fundación de Roma). Me gustó que se me incitara a pensar en este año nuevo de esta manera; el año 2764 aUC parece más luminoso, más esperanzador, que este 2011 de negros presagios que ojalá el tiempo demuestre, y me demuestre, completamente equivocados, aunque por desgraci no lo creo.

Pensando en el año 2764 aUC puedo desearos, al igual que mi compañero forero, que los Hados os sean propicios, que Marte se jubile (un poco antes de los 67, si puede ser, aunque últimamente cada vez más parece que esté en plena actividad), que Venus os acompañe (a algun@s este particular les hace más falta que a otr@s), que Fortuna os favorezca, que a Iustitia se le caiga de una vez la venda de los ojos y se reactive, que está haciendo el gilipollas directamente, y que Minerva no nos abandone del todo, aunque poca de ella queda ya en nuestros cerebros. Y mucha República, por supuesto, que también es un invento grecolatino.

Porque, en cuanto al 2011 dC, de luminosidad, nada: llamadme derrotista, pensad si queréis que he caído en las garras de la depresión, pero los anhelos de felicidad se me mueren en la boca antes de pronunciarlos como si estuviera explicando la trola más enorme del mundo, y cuando es de los labios de los demás de donde las escucho, estas palabras me parecen una broma macabra. Del 2011 sólo veo las luces artificiales del tarifazo apagadas, porque las naturales ya no lucen: ni al final del túnel, ni en el horizonte, ni en un nuevo amanecer. No hay luz porque estamos dormidos. Y estamos dormidos porque no quieren que nos despertemos, y tal vez porque nosotros aún lo deseamos menos. Ni siquiera podemos tomar un café para espabilarnos, gracias a Sebastián, y la televisión copada por el adocenamiento más embrutecedor, sin espacios para la información y sí para la desinformación, no contribuye demasiado a la vigilia. Lo más triste es que nos veamos obligados a añorar, no los momentos felices, ni las cosas buenas, sino aquellos instantes y aquellos objetos que solamente no fueron tan malos: es el principio de la decadencia. Una vejez peor que la que dan los años, porque no es una vejez de meses acumulados, sino de oportunidades perdidas completamente irrecuperables, nos aguarda.

Así, que compañeros y compañeras, feliz y próspero 2764 aUC. Y guardaos de las calendas de enero, que las libaciones en honor a Baco suelen ser muy traicioneras. Por mi parte, como soy más medieval que romana, las pasaré delante de un fuego, sola en mitad de mi Bosque en la única compañía de mi caballo y de mi fiel Espada, pensando en las oportunidades perdidas que nunca más se recuperarán, añorando momentos y cosas que no tuvieron valor y soñando con los amores que no se materializaron, que en el fondo son los únicos verdaderos.


 


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