Revista Cultura y Ocio
"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con La Muerte antes del amanecer."
"Kafka en la orilla"
Haruki Murakami
Si algo tienen estas fechas es que las familias se reunen y, tarde o temprano, alguien mira al lugar que ocupaba en la mesa quien ya no está. Son fechas en las que quien más quien menos recuerda a alguien; esa persona que ha fallecido o que tal vez no ha podido acercarse por enfermedad o trabajo. Y es que, cuando uno hace un repaso es cuando mejor notamos los huecos. Y eso también me pasa a mi. Cuando pienso en las próximas lecturas para el año entrante es cuando veo los huecos de aquellos libros que ya no llegarán porque sus autores firmaron su última obra y nos abandonaron durante 2013.
Resultaría sencillo al escuchar un chiste pensar en Wilt y en el desaparecido Sharpe que nos enseñó a reírnos de una forma irreverente en una Exhibición impúdica de su talento. Y ya que sonreímos nos dejamos llevar por el recuerdo de La sonrisa etrusca sabiendo que Sampedro será recordado por esa obra escrita hace ya casi treinta años. Y es que este año hemos perdido grandes nombres del panorama literario. Algunos de ellos ya son un mito, como Richard Matheson, cuyo epitafio bien pudiera ser Soy leyenda... salvo porque lo lleva siendo años gracias a sus mansiones encantadas. Nos ha dejado también Elmore Leonard, un hombre que nos presentó a Joe LaBrava y nos dio el significado de la palabra Bandits. Porque muchos de ellos han sido eso, los presentadores de sus creaciones o de sus propios personajes que sabemos les sobreviven. Quién no conoce hoy en día a Jack Ryan aunque sea del cine, y pocos sabrán que su creador también nos ha dejado en el presente año. Allá por octubre nos despedíamos de Clancy, otro superventas y culpable de que muchos espías saltaran a la gran pantalla.
O diría que de poco nos sirve indignarnos ante estas desapariciones por muy injustas que las tomemos. Aunque indignarse si puede ser una forma de buscar la solución a otros problemas, o así nos lo enseñó Stéphane Hessel. Está claro, empiezo a tener demasiadas sillas vacías; y mientras lo digo mirando el marco de la puerta, recuerdo Pórtico, un título conocido para muchos y un autor cuyo nombre poca gente sabe y que también nos abandonaba durante 2013. Adiós Frederik Pohl
Doris Lessing que ganó no hace demasiados años el Premio Nobel, también ha tenido el más que dudoso honor de engrosar esta lista de autores desaparecidos, al igual que Seamus Heaney, compañero suyo de galardón.
Podría seguir y recordar a Javier Tomeo o Chinua Achebe, pero no quiero dejar este año con semblante triste. Prefiero pensar en los libros que llenarán nuestros estantes el año entrante y en los ratos que compartiremos hablando de ellos. Durante este año se han borrado más nombres que los aquí mentados cuyo legado en forma de palabras queda ya para todos los que quieran acercarse a leerlos. Así procuraré hacerlo con aquellos que aún no leí.
Sin embargo y como antes os decía, prefiero terminar pensando en las lecturas que nos llegarán, en los escritores que descubriremos y en esas veces que al pasar frente una librería algo nos atrae, un título, una portada, un autor... y volvemos a casa con nuestro tesoro bajo el brazo disfrutándolo incluso antes de haberlo abierto. Pensando que quizás mi autor favorito saque libro, o aparezca un manuscrito entre los papeles de otro o, por qué no, tal vez el autor del libro que recuerde en diciembre del año que viene seas tú. Tenemos por delante todo un año repleto de lecturas, ¡quién sabe!
Feliz Año Nuevo a todos y gracias por cada día, por cada rato, por cada título sugerido, compartido, comentado y, sobre todo, muchas gracias por estar ahí.