
Semana de transición hacia las vacaciones. Son días de compaginar el tiempo para la familia, con ratos para terminar asuntos pendientes, propuestas debidas, informes a medio hacer, incalificables impuestos... Las vacaciones reales están a la vuelta de la esquina, y además hoy se celebra la Virgen del Carmen. No podemos dejar de felicitar a Cármenes y Carmelos, y a todas las gentes del mar, quienes confían en la Stella Maris sus vidas y sus negocios.
Cuentan que durante sus vacaciones, un banquero de inversión americano estaba sentado en el muelle de un pueblecito costero del sur de España cuando llegó una pequeña lancha con un pescador y una red con varios atunes de buen tamaño. El americano elogió al paisano por la calidad del pescado y le pregunto: "¿Cuánto tiempo ha tardado en pescarlos?". El pescador respondió: "Sólo un poco: apenas un par de horas".
El americano le preguntó: "¿Por qué no pasa usted más tiempo y así saca más pescado?". El pescador le explicó que con eso tenía suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El americano le preguntó: "Pero.. ¿qué hace encontes con el resto de su tiempo?". El pescador contestó "me levanto tarde, salgo a pescar un rato, como con mi familia, me hecho una siesta con mi señora, María, juego con mis hijos; por las tardes voy al bar del pueblo a tomar unas cervezas y tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida divertida y ocupada".
El americano replicó: "Soy un MBA por Harvard y podría ayudarle. Déjeme dos minutos y le explico. Debería usted pasar más tiempo pescando. Así conseguiría más capturas que podría vender. Con los ingresos podría comprar un barco más grande. Con los ingresos de ese barco más grande podría comprar varios barcos y eventualmente una flota de barcos pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario que lo lleva a la lonja, podría convertirse en procesador de pescados y abrir su propia factoría. Controlaría así pesca, producción, manipulación y distribución. Dejaría usted su pueblo y abriría usted unas oficinas de cristal en Madrid y posiblemente con sucursales en Namibia, Ciudad del Cabo, Tokio, Nueva York..."
"Pero, ¿cuanto tiempo se tarda en hacer todo eso?", preguntó admirado el pescador. "Entre 15 y 20 años" respondió el americano. "¿Y luego qué?". El americano entonces sonrió y dijo: "Ahora llega la mejor parte. Cuando la empresa haya crecido lo suficiente, usted anunciaría su salida a bolsa y vendería las acciones de su empresa al público. Se volverá usted rico, millonario. Luego se puede retirar. Se traslada a un pueblecito de la costa donde podrá dormir hasta tarde, pescar un poco, comer con su familia, dormir la siesta con su mujer, jugar con sus hijos, pasar la tarde tomando cervezas y tocando la guitarra en el bar".
¡Cuantas vidas se desperdician buscando una felicidad que ya se tiene pero que muchas veces no vemos!. La verdadera felicidad reside en amar lo que tenemos y en no sentirnos tristes por lo que no tenemos.