Para mí siempre ha sido difícil hacer amigos, y me parece algo aburrido socializar con las personas (antes tendría que obligarme y no es agradable en absoluto. Y es más difícil hacer amigos cibernéticos: que las conversaciones puedan superar esas típicas conversaciones de inicio del ''Hola, ¿cómo estás?
Desde que conocí a París, siempre ha sido una escritora asombrosa, con la capacidad de encantar a todos con sus palabras, cuando publicó su novela del Príncipe del Inglaterra, cuyo protagonista era el hombre de nuestros sueños, nuestro amor platónico, el que nos dio alas para volar a través de esta etapa de adolescencia que estamos viviendo, y lo que dio frutos a nuestra amistad. Todo esto se lo agradecemos a Skandar Keynes.
Hemos tenido peleas muy fuertes a lo largo de estos cuatro años de amistad, y esta es difícil que sobreviva. Ya saben, las cosas cambian, nos hacemos mayores y las redes sociales comienzan a reemplazarse con las salidas constantes al cine, amigos nuevos, diversión por todas partes y una vida social.
Le he aguantado sus bipolaridades. Y, oigan, déjense de estupideces de que los adolescentes son bipolares. ¿Lo tienen por escrito oficialmente en un papel? Yo decía exactamente lo mismo hace años: Oh, soy bipolar. Hasta que me encontré con esta psicópata que me sacó de mis casillas las veces suficientes para darme el enojo que sería el combustible para cruzar el océano y darle una buena paliza.
Y admito que yo también he estado igual de estúpida por cosas que a veces decía.
Cambiamos. Y MUCHO. A veces me pongo a comparar a mi mejor amiga del 2011 (la Época Dorada, como nosotras le hemos llamado), y me embarga la nostalgia, porque las cosas ya no son y no volverán a ser como antes, cuando lloraba por que Skandar tenía novia y traté de crearme un facebook para acosar su cuenta personal (casi lo logro, pero no tuve éxito), o cuando París se hizo pasar por otra tipa en una cuenta falsa.
Extraño esos tiempos, pero uno tiene que seguir adelante, y me enorgullece recordar, que hoy ella está cumpliendo 18 calurosos años en la República Dominicana, preparada para volar del nido, alistando sus maletas para, algún día, si Dios quiere, poder vernos.
Agradezco mucho a Narnia por habernos unido, porque al igual que Keynes, sin Narnia no seríamos como somos.
Sé que no es la mejor felicitación del mundo, pero para eso ya le escribí mi HOLY BIBLE hace dos días, así que, le deseo lo mejor a la loca dominicana, y estaré ahí para patearle el trasero en caso de que sea necesario.
¡Feliz cumpleaños!