Ha llegado el día que por tanto tiempo había estado planeando, todo estaba preparado. Con meses de anticipación había creado el escenario perfecto para culminar con una vida de pena e infortunios. He hablado mucho de mi vida, así que en esta ocasión me centrare en los últimos instantes de mi existencia.
Decidí que fuera este día porque según debe ser importante. Que mejor día para morir que el día en que nací. Aislarme del mundo ese día para mí era esencial y así lo planee. No quise saber de nadie, ni teléfono ni compañía, simplemente mi reproductor de música que guarde para mi último suspiro. Solo yo, esperando el momento preciso para morir.
De esta manera compre un boleto de autobús para embarcarme de regreso a mi tierra que había adoptado como propia. Salí la madrugada de este día. Llegue después del amanecer, todo era como lo recordaba.
Almorcé en un lugar que recordaba de mi primer viaje, me detuve un rato en la agitada ciudad. Observe mi entorno y vi cómo, a pesar de ser sábado, toda la gente andaba de aquí para allá con prisa. Camine por el centro, te recordé junto a mí por esas mismas calles un año antes. Decidí ingresar a un restaurante donde simplemente pedí unos cuantos tequilas dobles.
A pesar de que era un día soleado, la oscuridad de mi alma contagiaba todo mi entorno. Era como si una nube de tristeza me siguiera a todas partes. Comenzó a caer la tarde poco a poco y así mi nostalgia aumento.
Llego el momento cumbre al caer la noche, visite mi lugar favorito en todo el mundo: “La Plaza del Mariachi”, les pedí 5 canciones, las cuales en un instante provocaron que mis lágrimas brotaran incesantemente por el par de mis ojos. La nostalgia me mataba. Esa melodiosa voz despertó en mí los más in tensos sentimientos.
Terminaron su participación y lentamente me retire de esa zona. Partí a un hotel del centro, el más grande y lujoso en el cual me he hospedado, pague por adelantado las siguientes 5 noches y decidí salir una vez más para terminar mi misión.
Había pagado demasiado por una dosis suficiente de Nembutal. Así es mi querido lector, toda mi muerte había sido un cobarde y en el caso de mi muerte no fue la excepción.
Tenía un lugar pendiente por visitar, pague mi boleto y entre en el tren ligero de mi ciudad. Una pastilla por estación. En mi reproductor sonaba la canción de la aflicción empecé a confundirme un poco, divagar en mis pensamientos. Recordé cada momento de mi vida, mientras escuchaba esa canción que cuenta la historia de Dédalo e Ícaro. Adam estuvo presente cuando el miedo se apodero de mí y la incertidumbre reino en mí ser. Comencé a llorar y suplicar mientras tarareaba… feliz cumpleaños…