La última semana de junio y la primera de julio siempre son, en muchas partes del mundo, muy coloridas. El 28 de junio es el Orgullo Gay y los días circundantes se visten de la bandera arcoíris en un tono festivo y alegre, aunque no debemos olvidar que el carácter lúdico esconde detrás una reivindicación importante.
Yo, personalmente, no comparto la forma en que se celebra el Orgullo Gay, ni voy a la manifestación de Madrid, ni me pongo el arcoíris en la foto de perfil de Facebook. Eso sí, por la noche sí que voy a las fiestas de Chueca, en lo que probablemente es un vasto alarde de contradicción. No es que no comparta la reivindicación, es que no comparto las formas. Y quizá no es consecuente participar de aquello que critico, pero que lo primario sea la fiesta me parece una forma de degradar la dignidad LGTB, ya que al resto de la gente se le acaba olvidando por qué se celebra el Orgullo Gay.
Creo que al revestir de "orgullo" algo que es "dignidad" se acaba prostituyendo la esencia de la protesta. Creo que no es necesario disfrazarse y colmar de perversión el desfile para reivindicar que los homosexuales, bisexuales y transexuales son personas que se merecen el mismo trato y los mismos derechos que los heterosexuales. Creo que, sobre todo, no hay que olvidar que aunque la bandera arcoíris nos vista de fiesta, la lucha por los derechos LGTB es el origen y el objetivo de la semana del Orgullo Gay.
Ayer escuché, mientras trabajaba (en La Carbonera, el bar de quesos más molón de todo Madrid) a una mujer quejarse del Orgullo Gay, y que por qué hay que celebrarlo, que ella no tiene un día del "Orgullo Heterosexual". También celebramos el Día del Trabajador sin celebrar el día del empresario, o el Día de la Mujer sin el día del hombre. Por eso digo que el Orgullo Gay no es cuestión de orgullo, es cuestión de dignidad. Lo que se conmemora son los logros alcanzados y la lucha que se sigue llevando a cabo para alcanzar la igualdad, el reconocimiento y el respeto. Lo de la fiesta es secundario, aunque se haya travestido la propia reivindicación y parezca lo principal.
Quizás esa mujer no sabe que ser homosexual, a día de hoy, se castiga con pena de muerte en siete países del mundo. De hecho, en casi 80 países sigue siendo delito. Quizás esa mujer no sabe que, en países como Sudáfrica, existen las "violaciones correctivas": violaciones en grupo a lesbianas para curar su homosexualidad.
Quizás esa mujer no sabe que, incluso en el mundo occidental, hay muchas personas que creen que una opción sexual diferente es signo de depravación, perversión, enfermedad y vicio, aunque existan más de 1.500 especies de animales que desarrollan conductas homosexuales (como el león, el elefante o el cisne). Quizás esa mujer no sabe que, incluso en el mundo occidental, existen manuales y terapias para "curar" la homosexualidad.
Quizás esa mujer no sabe que, incluso en países como España (¡y Estados Unidos!), donde el matrimonio homosexual está reconocido, sigue habiendo personas que creen que no debería llamarse matrimonio, porque esa unión es de segunda categoría. Quizás esa mujer no sabe que el amor es amor, y punto, aunque durante siglos determinado tipo de amor haya sido perseguido y castigado.
Quizás esa mujer no sabe que, en pleno siglo XXI en países europeos como España o Italia, siguen existiendo agresiones a personas homosexuales por el simple hecho de ser homosexuales. Quizás esa mujer no sabe que los ataques homófobos se han duplicado en Madrid en el último año.
Quizás esa mujer no sabe que en los colegios sigue habiendo maricones y/o marimachos. Quizás esa mujer no sabe que buying también es llamar a los niños maricón o marimacho, aunque luego nos echemos las manos a la cabeza porque los adolescentes se suicidan.
Quizás esa mujer no sabe que tener ramalazo puede ser la causa del "no" en una entrevista de trabajo o en un ascenso. Quizás esa mujer no sabe que la discriminación homófoba es real y el Orgullo Gay también sirve para denunciarla.
Quizás esa mujer no sabe un montón de cosas que quedan detrás de los conciertos, los macrobotellones, las carrozas, las fustas, el látex y los pechos al aire. Quizás al travestir los derechos LGTB de festividad y espectáculo se nos olvida que lo realmente importante es seguir luchando por la igualdad. Quizás deberíamos trabajar por visibilizar lo que de verdad implica el Orgullo Gay, y equiparar las acciones de protesta y denuncia con las celebraciones. Quizás deberíamos recordar la dignidad que la Historia cercenó, y cercena, a millones de personas, sin olvidar que tras la juerga se esconde el recuerdo de siglos de opresión, discriminación, abuso y vejación que a día de hoy siguen presentes.