Revista Sexo

¡feliz día de san valentín!

Por Rocastrillo @roabremeloya

     ...Olivia cerró los ojos y se entregó al beso profundo de los labios apasionados que bebían el dulzor de su boca...

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    Emi, Wynie, Olivia y Katty, las protagonistas de ABREMELOYA!!! aseguran que no están enamoradas. Pese a este pequeño inconveniente, las cuatro pensabancelebrar el día de San Valentín. A primera hora de la mañana Emi recibió varios regalos en su despacho. Como era habitual en ella, acumulaba más trabajo que tiempo para realizarlo, así que pidió a Lola Valdés, su fiel estilista personal y secretaria, que los abriera. Ni siquiera en eso podía entretenerse. Varios frascos de perfume, un par de cajas de bombones y un bonito pañuelo de seda se acumulaban en la mesa auxiliar de su despacho, ya abarrotada de revistas y fotografías. Las obligaciones la abrumaban en los días previos al cierre de la revista y no tenía tiempo de pensar quién y qué le habían regalado. Tampoco le importaba. Estaba convencida de que se trataba de obsequios de conveniencia. No se los enviaba ningún hombre enamorado, sino directores de marketing de diversas marcas, interesados en quedar bien con la jefa suprema de la publicación femenina más vendida de España. Al menos, eso creía ella. Y cuando tales pensamientos asaltaban su mente, se enfadaba y le entraban ganas de tirar a la papelera tanto cacharro repetido. Solo eso, ganas, porque no era mujer de tirar objetos sin estrenar. Decidió pedir a Lola que llamara a las redactoras para que se los repartieran, justo en el momento en que la susodicha irrumpía en la puerta de su despacho.

     -Te traigo un precioso ramo de rosas rojas, jefa. Acaba de llegar y me da la impresión de que el remitente no te lo envía por compromiso. Creo que se trata de un enamorado.

     -¿Ah, si? Vaya novedad. Déjame la tarjeta, si es que trae.

     -Aquí está. Escrita a mano y en un idioma raro. Espero que lo entiendas, le indicóLola al tiempo que despegaba la tarjeta del envoltorio de plástico y la ponía en sus manos.

      El rostro agrio que Emi ponía durante sus largas jornadas laborales se dulcificó de repente y una sonrisa se dibujó en sus labios al descubrir la identidad del remitente.En su lengua materna, su añorado polaco  EL DESPERTAR SEXUAL DE EMI ABBOTT le escribía el siguiente texto: “Te quiero y te querré siempre. No importa el tiempo que pase lejos de ti”. Emocionada, lo leyó en voz alta y en español, mientras la secretaria descubría los gruesos lagrimones que inundaban la mirada azul de su superiora.

      -Las envía el extranjero ése que te tiene loca, el polaco, ¿verdad, jefa?

      -Sí, reconoció. Cancela las dos citas que tengo esta tarde, le ordenó.

      -¿Por qué? No estarás pensando en coger un avión para verlo.

     -No, ya no estoy tan loca. Simplemente,tengo derecho a descansar y a tomarme mi tiempo. Reserva una mesa para las dos en el restaurante que más te guste. Tú y yo vamos a celebrar juntas el día de San Valentín. Sin interrupciones y sin reuniones. Diversión sin límite de tiempo, ¿qué te parece?

      Lola asintió. No tenía pareja y su jefa le caía bien. La soportaba, incluso, cuandoEmi se enfadaba y le gritaba por cualquier tontería.

   Al mismo tiempo, el timbre sonaba en el apartamento de Olivia N. Salió del baño apresurada, abrió la puerta y sus ojos se quedaron petrificados. Enmudeció por la sorpresa y se quedó mirando fijamente, no sabía si a la hermosa orquídea morada o al caballero que la sujetaba entre sus manos: el ejecutivo que se convirtió en leónpara amarla una fría mañana en la sierra de Madrid.  UN LEÓN DISFRAZADO DE EJECUTIVO

     -Feliz Día de San Valentín, la saludó el hombre acercando a su rostro la bella flor. Te has quedado pasmada. ¿No vas a invitarme a pasar?

     -Lo siento, no te esperaba. Adelante, balbuceó con timidez.

     El ejecutivo dejó la orquídea encima de la mesa del comedor y la abrazó con fuerza.Olivia cerró los ojos y se entregó al beso profundo de los labios apasionados que bebían el dulzor de su boca.

     Mientras, en una vivienda del centro de Madrid, Wynie Smith dibujaba un corazón rojo en la superficie de un bizcocho que acababa de sacar del horno. Lo estaba haciendo con fresas trituradas, la fruta preferida de su hijo. Con él iba a pasar el Día de los Enamorados. “No existe amor en el mundo tan grande ni tan auténtico como el suyo”, pensaba mientras adornaba el dulce. “¿Con quién voy a celebrar San Valentín mejor que con mi niño?, se preguntaba. “Ningún hombre se merece tal honor. Son todos unos egoístas de mierda y no tienen la generosidad necesaria para amar de verdad.Solo sirven para lo que sirven, y algunos ni para eso”, musitaba para sus adentros. Orgullosa, se deleitaba con el aspecto del pastel recién terminado. “Y no es para ninguno de vosotros”, exclamaba dirigiéndose a la fila imaginaria que formaban sus amantes: los pasados, los actuales e, incluso, algún otro que pudiera llegar del futuro.

     Tal como le ocurrió a Olivia, Katty también recibió una visita sorpresa. Estaba a punto de salir para recoger a su hijo del colegio cuando llamaron al timbre. Antes de abrir, miró por la mirilla y comprobó, orgullosa, que era el vecino de arriba quien se dignaba a visitarla. Pese a vivir en el mismo edificio, no se habían visto desde la noche que pasaron juntos. REGALOS DEL DESTINO Le abrió la puerta y, en tono sosegado, le preguntó qué deseaba.

     -A ti, te deseo a ti, repitió el hombre sonriendo. He venido a invitarte a cenar esta noche.

     -Lo siento, estoy con mi hijo, se disculpó ella.

     -No importa, puedes traerlo. Así me conoce. Somos vecinos, ¿no?

    -Si, por supuesto, afirmó ella. Pero antes quiero dejarte claro que no me quedaré a dormir contigo. No pienso dejar a mi hijo solo, aún es pequeño.

   -Vale, de acuerdo, aceptó Adonis. Hay muchos días, ¿verdad?, le preguntó con su cautivadora sonrisa. Y Katty, encantada, se regodeó pensando en la belleza inigualable del hombre que acababa de invitarla a cenar en la noche de San Valentín.

                                                                                                                   RoCastrillo


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