Cada deportista tiene una historia personal. Unas motivaciones, unas inquietudes, mil emociones. Detrás de él, también se encuentran las personas que le rodean, que le apoyan, que le ayudan a seguir adelante y le animan en cada una de sus aventuras.
Una de las personas imprescindibles en la vida de un corredor, son los padres. Un ser querido infatigable, incansable y sacrificado. Un ser querido que nos ayuda, que nos da calor, que nos sonríe y hace que podamos llegar a meta acompañados.
En mi caso, me gustaría contaros la historia de mi padre. Teniendo en cuenta que hoy es "su día" en toda España, creo que se merece saber cuanto valoro lo que hace, y cuanto me ayuda en mi día a día. Sin él, no es lo mismo.
Mi padre se levanta cada mañana, prepara el café para él y para el resto de la casa. Su insomnio no le deja dormir mucho, por lo que desde muy temprano está en pie haciendo tiempo hasta la hora de irse. Durante toda la semana, va a trabajar más de 12 horas.
Hay días que incluso se vuelve y me lleva a casa, a sabiendas de que tengo que llegar pronto para hacer varias cosas, incluido entrenar. Cada vez que salgo a correr, me mira con cara de preocupación. Entiende porqué hago lo que hago, pero también entiende los riesgos de ello.
Nunca me pone pegas para llevarme a una carrera los domingos. Es más, el único día de la semana en el que puede dormir tranquilo. El único día en el que puede descansar y pese a todo, soporta llevarme a las carreras y lo hace con cariño e ilusión.
Soporta levantarse temprano después de estar toda la semana haciéndolo, para conducir hasta el lugar de la carrera, apoyarme y estar (al menos 1H) esperándome llegar a meta. Me echa fotos, me grita palabras de aliento, me pregunta cómo me ha ido la carrera. Ese es mi padre.
En la maratón ocurre algo similar. Después de meses soportando los quehaceres, las extravagancias y los cambios de ánimo que nos dan a los maratonistas...el día de la carrera está ahí. En las maratones en las que no ha estado mi padre, no han sido lo mismo.
Un padre que conduce y te lleva a la salida. Un padre que se tira al menos cuatro horas dando vueltas por la ciudad, buscando sitios donde darte avituallamiento, sitios donde hacerte sentir que no estás solo, sitios donde lanzarte una sonrisa que te da fuerzas para seguir.
Mi padre no es corredor. Pero ello no implica que para mi, no sea un ejemplo a seguir. Un modelo de referencia, del tipo de padre que quiero ser el día de mañana. Mi padre representa todos los valores positivos del deporte, aún sin practicarlo. Mi padre, es uno de mis mayores apoyos para seguir corriendo.
Por todo ello, por lo luchador que es y por lo buen padre que ha sido siempre, es por lo que me gustaría decirle: felicidades papá. Feliz día del padre. Feliz día a todos los que cómo mi padre, sois el apoyo que ayuda a seguir a un corredor, que se preocupa por nosotros, que nos animan.
Feliz día a todos los buenos padres del mundo. Esta es la historia de mi padre. Por ello, tanto si tienes un padre superhéroe como si eres uno de ellos, comparte esta historia con el mundo. Gracias papá por estar ahí, gracias por ayudarme, por entenderme y por apoyarme. Feliz día.
Como siempre, espero que os haya gustado la entrada. En este caso, la temática era un poco más personal, pero creo que la ocasión lo merece. Es más, si te apetece contarnos tu propia historia, podéis hacerlo a través de los comentarios. Cuéntanos a quién y por qué felicitas hoy en el día del padre. Un saludo a todos los padres.