Título: Feliz feroz
Autor: El Hematocrítico
Ilustrador: Alberto Vázquez
Editorial: Anaya
Género: literatura infantil (a partir de 6 años)
Páginas: 72
Publicación: 17/14/2014
ISBN: 978-84-678-6133-4
Ya he dicho más de una vez que me encantan los cuentos (y los libros en general) que subvierten tópicos, argumentos, clichés y modelos tradicionales. Creo que mis alumnos del taller de escritura creativa empiezan a conocerme bien y, quizá por eso, uno de ellos (gracias, Ignacio) me prestó este libro que me ha encantado.
La hermana de Lobo Feroz está muy preocupada porque su hijo no es feroz, es buenísimo. Feroz la tranquiliza y le dice que lo mande a su casa, que él se va a encargar de convertirlo en un verdadero lobo feroz. Lobito visita a su tío e intenta hacer lo que él le pide, aullar fieramente, cazar conejitos, asustar a Caperucita, comerse a la abuelita..., pero siempre lo estropea: se sienta a comer una ensalada con los conejitos, se hace amigo de Caperucita y toma el té con la abuelita. El colmo será cuando prepare un pastel de zanahoria.
Porque Feliz feroz cumple a rajatabla la premisa de su título y nos presenta un lobo que debería ser feroz pero que prefiere ser feliz. Y por muchos intentos que haga su tío, un (el) auténtico Lobo Feroz, nada le hará cambiar su manera de ser. Ni la tradición, ni la presión familiar, ni el peso de los cuentos, ni el deber de su raza, ni lo que los demás esperan de él. Como comprenderás, más allá de la subversión, me encanta el mensaje de fondo que lanza (o que yo he leído en él, que ya sabes que esto de las lecturas es un tema muuy personal): sé tú mismo. No hay nadie como tú, así que mantén tu forma de ser, si realmente crees que no hay nada malo en lo que estás haciendo y que es la manera correcta de hacer las cosas, por mucho que sorprendas a los demás o por mucho que rompas con lo que los demás esperan de ti.
Lo mejor de este libro, más allá de este mensaje, es su humor. Muchas veces, la subversión del modelo ya resulta cómico por sí mismo, pero me parece que esta historia está llena de humor, más allá de la ruptura del tópico. Cada situación está hecha para sorprender desde la sonrisa (o desde la risa, o desde la carcajada, alguna se escapa sin control durante la lectura, por lo menos a mí me pasó), desde el buen rollo, desde la crítica positiva a un modelo impuesto.
Me ha encantado el desarrollo, el constante juego con los cuentos tradicionales, la tenacidad tanto de Lobito Feroz como de su tío (aunque vayan en direcciones opuestas) y la sorpresa y el humor de cada "aventura". Pero no solo eso: la historia también está, creo yo, magníficamente bien rematada, con un final que juega con lo inesperado, con el quién acabará convenciendo a quién y con el cierre que el autor da a unos personajes entrañables como ellos solos.
Una historia a la que le van como anillo al dedo las ilustraciones de Alberto Vázquez, tan llenas de color, tan plenas de detalles, tan a favor del desarrollo del argumento (tanto, que a veces completan sus silencios). Desde luego, todo un acierto, en fondo y forma.
Nos seguimos leyendo.