Navidad, también llamada Navidaz...Tiempo de magia, paz y solidaridad...Tiempo de amor, familia, amistad...Tiempo de jurar propósitos que se convertirán en falsos antes de salir por la boca (Todos dejaremos de fumar, aprenderemos inglés, hincaremos codos, perderemos unos kilitos, nos pondremos cachas) y, sobre todo, tiempo de que baje el bolsillo y suba la barriga. No sé qué tienen estas fechas pero, incluso con la crisis, nos duele menos gastar ¡Carteras anestesiadas! En Diciembre nos ocurre lo que a los guiris en Benidorm: se nos va la olla. Comemos hasta hincharnos, bebemos hasta ponernos colorados, abrazamos incluso a los enemigos, llevamos gorros ridículos y, por qué no, buscamos ese último beso romántico del año. Tratamos de olvidar las penurias, apartamos el polvo y recordamos aquello que realmente importa: LAS PERSONAS. Al fin y al cabo todos somos gente con ganas de pasárselo bien.
Si para alguien están diseñadas estas fiestas, esos son los niños. A todos se nos muere algo en el alma cuando descubrimos que Papá Noel y los Reyes Magos son, en realidad, preciosas mentiras contagiadas generación tras generación "¿Por qué pintan de negro a un blanco para hacer de rey Baltasar? ¡Será por Africanos!" Aún recuerdo esa sensación que recorría mi estómago durante la mañana del 25. Despertabas con los primeros rayos de sol y corrías en pijama hasta el salón para abrir esos paquetes tan perfectamente envueltos ¡Daba pena hasta romper el papel! A veces era lo que habías pedido, otras no, pero daba igual. Por suerte no habías sido suficientemente malo y cualquier juguete resultaba perfecto. A veces tu padre, tu vecino o tu tío se disfrazaban de Santa Claus con un desastroso traje de los chinos, pero no les hubieras reconocido ni en mil años.
Me encantaba irrumpir en la habitación de mis padres a gritos, totalmente asombrado, para colocar sobre su edredón todo el valioso tesoro. Pocos momentos en la vida pueden superar a aquel, no hay nada más puro que la ilusión. Qué triste que en algunos países nunca exista, deprimente. Creo que fue mi abuelo Pedro quien destruyó el invento, jaj, aún se la guardo al muy cabrón (Lo digo cariñosamente). "Los reyes no existen, ya vas teniendo edad de saberlo". Volví a casa totalmente compungido, pero pensando "Al menos me queda el ratoncito Pérez". Tengo la suerte de ser profesor y, durante todo el año, formar parte de la empresa que se encarga de mantener viva la magia. Mis crios no me dejan descansar entre tanta navidad y tanto diente bailarín.
Cuando creces lo de hacer regalos ya no es tan satisfactorio ¿verdad? A veces se te olvida, a veces no sabes que comprar, a veces compras por compromiso, a veces no te compran...Yo, la verdad, disfruto con cualquier regalo. Sigo siendo bastante chiquillo, bastante agradecido. Luego están los que parecen vivir en la amargura, con ellos nunca aciertas "No me gusta el color" "No está mal pero..." "¿Tienes el ticket?" ¡¡¡Maldito ticket!!! También están los que fingen que les gusta pero nunca lo usan, los de "¿cuánto te has gastado?", o esos pesados del "No tenías que haberte molestado, ahora tendré que comprarte a ti otro más caro". En fin, no os pongáis quisquillosos con los regalos. Lo importante es el detalle, cojones. Pasadlo muy bien estos días y, si os apetece, dejad comentarios con algún recuerdo navideño que siga rondando vuestras cabezas ¡¡¡Feliz navidad!!
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