Revista Sociedad

Feliz Navidad

Publicado el 11 diciembre 2013 por Nicolau Ballester Ferrer @ColauBallester

La originalidad me sale por las orejas. Es un alarde de inspiración y el regusto de la vanidad lo que me hace sentir especial por la ocurrencia de felicitaros a todos: a los que me habéis seguido fielmente y a los que sólo esporádicamente, incluso a los que no me habéis seguido en absoluto. Pero, ya que me arrogo tamaña carga de buena intención, no me quedaré sólo con felicitar a los pacientes receptores de este blog. Ni hablar. Ya que nadie me lo impide, voy a enviar mis mejores deseos a mucha más gente. A saber.
Felicito de todo corazón a todos los empresarios que han vaciado sus empresas de empleados para que cupieran las espuertas de dinero recibido por el Gobierno. Que reciban a cambio todo el amor que se han ganado.
Felicito al Gobierno Balear por su perfecta aplicación de la Ley de Efectos Consumados, cuya única repercusión ha sido esquilmar a los maestros de escuela la mitad de su sueldo y seguir descabellando la lengua propia.
Felicito al Gobierno Central por su capacidad de diálogo, por las respuestas claras y concisas ofrecidas en todas sus ruedas de prensa, y dejarnos claro que gracias a ellos estamos saliendo de la crisis, y que si no hubiera sido por Zapatero ya habríamos salido hace tiempo. Parece ser que las empresas han informado al Gobierno de que es imprescindible que los ciudadanos nos animemos y empecemos a gastar, ya que no basta con poner la mitad de la plantilla en la calle, ahora hay que conseguir que la otra mitad restituya lo cobrado en forma de consumo.
Deseo unas felices fiestas a todos los corruptos para que vayan comiendo los turrones en su hogar con el helado presentimiento de que esta puede ser la última vez que lo hagan en algunos años.
Creo que no estoy tan inspirado como creía. Voy a esmerarme, sinceramente.
Felicito a todos los GHDP que, sin pestañear, han dejado sin hogar a miles de personas; sin prestación de desempleo a otras miles; que han conseguido que los hogares de beneficencia estén al borde del colapso; que todos los estudiantes eximios hayan emigrado para enriquecer intelectualmente a quien nos está oprimiendo; que han hecho que nos creamos que los mercados son un ente abstracto cuando, en realidad, tienen cara y ojos, cara y ojos de HDP, pero humanos y con nombres y apellidos, y que pasarán unas fiestas opulentas, llenas de gozo y amor ya que asistirán a maitines y ofrecerán a alguna virgen una dádiva con la que se podrán proveer de todas las bulas disponibles en la Conferencia Episcopal.
Me entristece pensar que, tanto políticos, como empresarios, como banqueros, como cualquier otro HDP al uso, sea mortal como yo. O sea, como todos vosotros. Gente tan falta de principios y de moral tan laxa, no debería morirse nunca, para público escarnio de los infelices que intentamos vivir en un marco ético, suplicando no se presente la oportunidad de tener que demostrar nuestra honradez y tragarnos nuestras palabras. ¿Cómo puede Dios permitir que sumas tan importantes de dinero queden sin el provecho de quienes las han acumulado? ¿Podrían los mercados hacerse con los derechos de Dios? Si Dios fuera político, seguro que sí. Pero la destrucción del ser no está en venta, por lo que su acumulación no pasa de ser un acto de gula terrenal que perderán a la par que su existencia.
Que todos ellos pasen una Feliz Navidad. De corazón.
No quiero despedirme sin desear lo mejor a gente de segunda y tercera, incluso de cuarta categoría, por ejemplo a los padres que tienen hijos enfermos; a los hijos que tienen padres enfermos; a padres e hijos que no tienen sus necesidades básicas cubiertas; a los que dedican su vida a hacer mejor la de los demás; a la gente que no ama pero es generosa; a las personas justas; a las mujeres maltratadas y que viven un infierno del que no saben cómo salir; a todos aquellos que no retirarán el “árbol” y el “belén”  que hicieron, puesto que ya no estarán para hacerlo; a todos los que buscan desesperadamente un trabajo y a los que luchan denodadamente para que la gente encuentre uno; a los que no tienen un techo donde dormir y utilizan los envases de nuestros consumibles como ajuar de subsistencia; a los que navegan en el lodo más putrefacto de la droga y el alcohol y nadie les tiende una mano; a todos aquellos que disponen de valores morales y los ejercen; a los que no aman pero son solidarios; a los que son fieles y leales con su pareja y sus amigos; a los que no echan las culpas a los demás de sus problemas y  luchan para sobreponerse sólo con su fuerza vital; a los políticos que desde dentro intentan cambiar la dinámica corrupta, pragmática y neoliberal; a todos aquellos para quien los Derechos Humanos no es un papel, sino derechos humanos; a los que educan a nuestros hijos, para que lo hagan de forma honrada e imparcial; a los divorciados que han perdido su hogar y sus hijos por el egoísmo del cónyuge; a todas las mujeres que padecen cualquier tipo de discriminación por razón de sexo; a todos aquellos que han perdido a un ser querido y viven en la desesperación del duelo; a todos los que creen en las personas como seres humanos y no como cosas; a todos los investigadores que hacen que cada día despertemos en un mundo mejor; a todas las madres y padres paralizados por la incertidumbre que les produce el futuro de sus hijos; a todos los que hacen uso de su libertad en beneficio propio y en el de sus semejantes en igualdad de condiciones; a los que se equivocan, reconocen sus errores e intentan rectificarlos; a los librepensadores, filósofos y humanistas que piensan y actúan para adecuar las razones éticas al mundo actual. A los honestos, a los honrados, a los humildes, a los misericordiosos, a los pacientes, a los amables, a los compasivos, a los fuertes de espíritu, a los modestos, a los pacíficos, a los pacientes, a los prudentes, a los sensatos, a los responsables, a los tolerantes y a los valientes; a los que abrazan, a los que besan, a los que aman, a los que sueñan, a los que tienen esperanza y a los que intentan recuperarla; a los que sonríen, a los que ríen, a los que lloran, a los que se emocionan, a los que sienten, a los que piensan, reflexionan y razonan; a los que viven plenamente su existencia y la de sus seres queridos, y a todos aquellos cuya existencia les han vaciado de contenido y expectativas. A todos ellos, “sin discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, les deseo, os deseo: Feliz Navidad.
Compartid estas fiestas con la gente más querida, como si fueran las últimas, como si no existieran más oportunidades. Aprovechadlas con toda la intensidad que requiere esta frágil y azarosa vida. 
Ahora ya me pongo sentimental. Adiós.
Colau

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