¡Feliz Navidad!

¡A disfrutar de las fiestas!

El comienzo de las vacaciones de los niños significa el fin de las mías. Y eso es, si considero las 2 horas de siesta de Luca como mis 2 horas de “vacaciones”, lo cual es bastante triste, pero finalmente, son las 2-horas-sin-niños que tengo al día para hacer lo que quiero (o más bien, lo que tengo) que hacer.

Pero ahora, con los tres niños en casa, no tengo ni un respiro. Ayer por la mañana intenté hacer 20 minutos de Pilates. Fue un fracaso. Pablo quería utilizar mis piernas como pista de carreras para sus cochecitos. Pía intentaba pintarme las uñas con su barniz de juguete. Luca, de plano, se sentó en mi panza. Era un esfuerzo inútil. No puedo ni meterme a bañar sin público ni interrupciones.

No me quejo. La verdad es que me encanta tenerlos en casa. Sí, es una locura. Pero también me encanta poder bajarle el ritmo al córrele y apúrale, quedarnos en pijama hasta que ya no la aguantemos, jugar, pintar, sentarnos a platicar, dejarlos hacer el tiradero de su vida y luego pasar horas recogiéndolo… pero sin prisas ni pleitos. En fin, una vez que te mentalizas a que tu ritmo de vida va a cambiar por algunos días y te dispones a disfrutar del tiempo que tendrás para dedicarle a tus hijos, realmente hace que éstos sean unos días muy especiales, tanto para ti, como para ellos.

¿Por qué les cuento esto? Creo que estoy tratando de justificar la razón por la cual éste será mi último post del año. En lugar de tratar de medio cuidar a mis hijos y medio escribir, creo que me tomaré un pequeño descanso bloggero y más bien me estaré enfocando de lleno a mi familia.

Quisiera agradecer a cada uno de ustedes por ser parte de este proyecto que se ha vuelto algo tan especial para mí. ¡Qué manera tan increíble de terminar el año! De todo corazón, gracias.

¡Les deseo una feliz Navidad y que el 2011 esté lleno de salud, amor y carcajadas para ti y tus pinguic@s!

¡Nos vemos en enero!