Todo va bien. Estás contento, eres feliz, la vida te sonríe. Te sientes como flotando en una nube, a veces incluso eufórico. No se te pasa por la cabeza que algo malo pueda tocarte a ti. Estás en la cresta de la ola. Tu paraíso de bienestar y placer parece intocable, invulnerable. Nada puede pararte.
O todo va mal. Estás triste, te sientes desmotivado, no le encuentras sentido a tu vida. Estás en el infierno, a veces incluso peor, en la nada. No crees que nada bueno pueda llegar a ocurrirte. Estás hundido. Tu pozo de malestar y sufrimiento parece infinito, insalvable. No hay salida.
Creo haber comprendido algo, no sé si bueno o malo, o ni bueno ni malo, depende de cómo lo mires.
Feliz o deprimido, siempre estás equivocado.
Las emociones y los sentimientos que las acompañan, como todo lo demás, son impermanentes.
Tarde o temprano, pasarán.
Todo pasará.