Revista Opinión

Feminismo e igualdad

Publicado el 22 agosto 2019 por Carlosgu82

Como hombre entiendo que no puedo ser feminista porque no sufro la opresión y mantengo los privilegios que oprimen a las mujeres, pero puedo apoyar en todo lo que sea necesario.

Era un domingo de noviembre, se celebraba la primera vuelta de las segundas elecciones generales de la Segunda República. Pero aquel día hay que recordarlo también por algo más. Las mujeres no acudían a los colegios electorales como simples acompañantes colgadas del brazo de su marido, su padre o su hermano mayor. Aquel día ellas también podían votar y lo hacían por primera vez en la historia de España.

El sufragio femenino era reconocido como derecho por la Constitución republicana de 1931. Por fin, los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrían los mismos derechos electorales. Está caro que aquello supuso sólo una gota de agua en el gran océano machista de este país, pero el movimiento feminista en España daba su primer paso, un paso que se afianzó en forma de marea de color morado con el 8M.

Se escribía así una de las páginas más importantes de nuestra historia, pero por desgracia también uno de los debates parlamentarios más complejos dentro de una sociedad patriarcal. Aquella Constitución dotó a las mujeres de una serie de derechos como el divorcio y el reconocimiento de la paternidad en caso de hijos fuera del matrimonio. Hay que tener en cuenta que hablamos de tiempos en los que de los 465 diputados del Parlamento, sólo tres eran mujeres, Margarita Nelken, del PSOE y las republicanas Clara Campoamor y Victoria Kent. El 19 de noviembre de 1933 fue pues la primera vez que las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto.

Sin embargo el derecho conquistado no duraría mucho. Tras la Guerra Civil y la victoria de Franco todos, hombres y mujeres, perderían el derecho al voto durante cuarenta años.

Quizás habría que empezar por lo más básico, ya que aún hay brutos que confunden feminismo con dictadura de la mujer. Para estos pollinos hoy hablaré del término feminismo como la idea esencial que sostiene que las mujeres son personas también y con los mismos derechos por lo tanto, esto es algo irrebatible, es una idea sencilla para comenzar y para que lo entiendan estas mentes débiles y ancladas en una época rancia y agotada. Sin embargo, el día a día nos demuestra que esa convicción sigue lejos de ser la norma. Porque los feminicidios, la violencia machista o la brecha salarial siguen siendo una realidad.

El feminismo es igualdad, igualdad entre hombres y mujeres. Pero mientras haya patriarcado, no puede haber igualdad. Esta jerarquía actual sólo favorece a los hombres y oprime a las mujeres. La igualdad total entre sexos aún tiene un largo camino por recorrer.

Es hora de una revolución. La mujer no puede sólo contentarse con esa igualdad falsa que el sistema propone como medida de disuasión y que es poner a más mujeres en roles de poder, pero siempre a mujeres que no son feministas. Mientras esté vigente el sistema patriarcal, las mujeres obtendrán sólo aquellos derechos que los hombres interpreten como privilegios condescendientes, y claro, eso no es ninguna concesión real. No sirve de nada. Vivimos en un mundo neoliberal, y el capitalismo afirma que la igualdad ya esta conseguida, por eso aún hay fantoches como el cacique de Bertín Osborne que afirman que el feminismo no hace falta. Lo malo es que muchos hombres se han apropiado de este razonamiento idiota y presuntuoso que dice que las mujeres ya son iguales que los hombres, que hay mujeres presidentas autonómicas (sí, cierto como Ayuso), por favor, seamos serios, pero que clase de zoquete es capaz de decir alegremente que el feminismo es en realidad hembrismo.

Claramente, la maliciosa derecha española, no hace más que deformar la realidad de la lucha feminista y confundir las cosas a su propio antojo y beneficio. Por eso para que desaparezca este sistema de opresión que es el patriarcado, hay que dejar de funcionar dentro de él, pero todos juntos, mujeres y hombres de progreso. La igualdad nunca se conseguirá de la mano de un sistema podrido.


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