A veces tienes conversaciones que te dejan pensando el resto del día. La de hoy ha sido en una cocina, entre mujeres y sin esperarla.
Hablábamos de las etapas que uno pasa con los años. Y de los deseos... Los que vienen y van. Los que se quedan por ahí enganchados. Los que pensabas que eran, pero te das cuenta de que no.
Esas mujeres importantes para mi hablaban de qué es lo mejor que nos puede pasar. A las mujeres, me refiero. Ambas coincidían. Y durante al menos 15 minutos me dediqué a escucharlas. Cuanto más lo hacía, más me daba cuenta que yo estaba un poco fuera de lugar. Que cuanto más explicaban, más me iba alejando yo.
Después fui al salón y allí descubrí el amor más profundo en el abrazo que mi hermano estaba dando a su bebé de un mes. El mismo amor que mi hermana percibe en el suyo, (su bebé) con sólo una semana.
Quizás tengo tantas ganas de cumplir un objetivo que llevo esperando 16 años y lo otro no lo veo del todo claro. Quizás es mi vida la que no es del todo clara. O quizás mis etapas van a destiempo. Esto tampoco sería algo que me sorprenda. Llevo tantos años así que lo surrealista sería lo contrario.
Resulta que llevo 35 años con unas prioridades que quizás no son las que se esperaban de mi. Pero que son las que yo espero de mi. ¿Y no es esto lo que verdaderamente importa?Ser mujer es un regalo, de eso no tengo duda. Ser hombre también lo es. Puede que ahora sólo busque simplificar y poder arañar a los días esas horas que llevo 16 años echando en falta. Puede que sea más egoísta de lo que yo pensaba. Pero para mi es un egoísmo sano, porque gracias a él podré invertir lo más valioso que tenemos, que es el tiempo, en mi gente y no tener que seguir ajustándolo con cuentagotas como hasta ahora.
O puede que aún no haya llegado (si es que tiene que hacerlo) el momento de "esa" oportunidad. Supongo que sabré distinguirlo si viene...
Pero... ¿y mientras llega? Yo creo que lo de ahora también es una gran oportunidad. Es MI gran oportunidad de este preciso momento. A lo mejor no la que tendría que rondar mi cabeza treintañera. Pero es que para mi es un premio darme al fin lo que llevo planificando en mi cabezota tanto y tanto.
Por eso no me importa parar el despertador a las seis o que me acueste siempre pasadas las doce. Barrunto mi suerte. No sé si alguien más la barruntará conmigo. Tampoco es lo que importa. No tengo una vida fácil. Ni cómoda, menos durante estos meses.
Sé lo que valgo. Conozco mis sombras. Sé de quién apartarme y también quién me valora (de este grupo ser han caído unos pocos). Pero mis principios, mis ideas, no me hacen ser "menos" mujer. Una mujer es más. Y lo es, si es coherente con lo que piensa, dice y hace. Ahí yo estoy triplemente tranquila.
No sé si de aquí a un tiempo mi escala de prioridades cambiará. Sería genial que así fuera, porque lo que mola de la vida es precisamente que está viva... Y cambia.
Lo que sí sé es que quienes no aprecien todo lo que ofrezco se quedarán huérfanos de muchas conversaciones hasta las mil, muchos chistes malos, muchas ganas de hacer el ganso, muchas más de haceros reír, muchas de estar a un tiro de piedra para cuando celebréis algo pero sobre todo cuando lo que estéis buscando sea una evasión... Muchos abrazos. Y muchas pero muchas ganas de compatir lo que pueda llegar a "fabricar" con vosotros, porque para mi ser rico es esto. Y reír con alguien (lo escribía el otro día por ahí) también es hacer el amor.
Ser femenina para mi es todo esto. Y no me hace falta más para sentirme sexy, guapa o seducida.