Revista Creaciones

Feo con entusiasmo

Por Magaviajera
Feo con entusiasmo

Entonces ella dijo, "es feo con entusiasmo" y yo, que siempre encuentro lo bello en cada cosa, me quedé pensando un rato largo. Y volví a la frase, volví una y otra vez: "es feo con entusiasmo", como esos pueblos que parecen una melodía desentonada, como cuando aprietas la tiza contra la pizarra o el cubierto contra el plato. Es que hay cosas que dan dentera. Pero la belleza, no supe qué decirle, porque traigo la persistente manía de hallarla en casi cualquier cosa. Creo que fue una cuestión de supervivencia, un modo de poder acomodar la carga tan oscura y asquerosa que se me echó encima en la infancia... y después. Entonces, la belleza se convirtió en un modo de mirar y la fealdad sólo era un instrumento desafinado. Es decir, ¡que tenía esperanza de aspirar a la belleza! ¿Ves? Ya estoy otra vez con mi porfía. 

Hace unos días le hablé a alguien sobre mi fascinación con la historia del Titanic. Antes de continuar quiero decirte que mi atracción no tiene nada que ver con la película de James Cameron; viene de mi adolescencia, cuando leí la historia por primera vez, seguramente, en la sección cultural de algún periódico de los '80 y, desde entonces, todo lo que hiciera mención al gigante de la White Star Line lo devoraba con absoluta fascinación. Por cierto, fascinar no sólo es de gusto, es una impresión muy fuerte y eso hizo conmigo el Titanic, impresionarme; más adelante te contaré por qué. Pero continúo, él me preguntó: "¿te fascina una historia en la que murió un montón de gente?" Ahí me di cuenta de que casi siempre me sorprende que el otro no vea la belleza en donde yo la veo, pero insisto, es un modo de mirar. Lo pude comprender, ¿quién sería capaz de unir fascinación y muerte en una misma idea? No, no me fascina la muerte, ni mucho menos; no en la medida de su pregunta. Me fascina la historia de un coloso extraordinario, el más grande, el más lujoso, el primero, el más pensado, el más de lo más que, ¡zas!, en su primer recorrido se hundió porque algo que estaba allí, escondido en la oscuridad, silencioso y, en apariencia, más pequeño, "supo" herirlo exactamente en su único punto débil y enterrarlo en el fondo del océano para siempre jamás. Me fascina porque, de algún modo, es la historia de la soberbia humana, "fea con entusiasmo", ¡mira por dónde va encajando la frase! Tal vez por eso me la pasé buscando mi punto débil. Tal vez por eso descubro muy fácilmente el de los demás. Pero disto mucho de ser un frío y despiadado témpano capaz de usarlo en su contra. Si lo fuera, no insistiría en hallar la belleza aún en donde ha de hacerse mucho esfuerzo. Como en lo que está pasando, en la mentira, la injusticia, la maldad y el reggaetón. Esas son, para mí, las cosas "feas con entusiasmo" o, como se dice por aquí, feas de cojones.

Gabriela Collado 

(Cualquier parecido con la realidad actual es mera coincidencia).

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