Feria (Badajoz)

En las estribaciones de Sierra Morena se encuentra el pintoresco pueblo de Feria en la falda de un cerro coronado por una fortaleza del siglo XIII. Declarada Conjunto Histórico Artístico, la historia de esta localidad extremeña está ligada a la familia Suárez de Figueroa desde que Enrique IV en 1394 le otorgara el título condal que Felipe II promocionó a ducal previo pago de su importe. Sus casas encaladas, de volúmenes paralepipédicos, cubiertos con rojos tejados, se escalonan al compás del solar. Toda Feria es un gran museo de enorme belleza y singularidad, uno de los lugares con más historia de Extremadura.

El viajero hará bien en deambular por las calles y callejas de este coqueto pueblo, algunas llanas, otras empinadas, en las que no faltan las flores del tiempo en ventanas y balcones ni recónditos y evocadores rincones. En el castillo ducal, que está abierto al público, destaca la potente torre del homenaje de planta cuadrada que en la actualidad alberga el Archivo Histórico de los Suárez de Figueroa y todo un museo.

Desde la cima se otea una excelente panorámica de la villa y alrededores. Desde la sombra de esta fortaleza creció la población de Feria y se desparrama por la suave ladera con una cascada de casas blancas que recuerdan a los pueblos alpujarreños. Destacan el rincón de la Cruz, la plaza (siglo XVII), las casas consistoriales y el poyo del Carnero.

El castillo domina toda la población de Feria.

A falta de una excavación arqueológica que pueda datar el origen del cerro en el que se emplaza el castillo como espacio defensivo y estratégico, todo es mera conjetura, como el supuesto establecimiento de un castro allá por el siglo VI a.C., que algunos creen la Seria celta, nombre del que hacen derivar el de la pacense Feria. Con posterioridad, romanos y árabes habitaron este lugar sobre todo gracias a su privilegiada ubicación como enclave defensivo de raigambre. Lo que sí se han encontrado son restos que permiten suponer que estaba habitada en tiempos de los godos.

El castillo ya existía en el siglo XI. Formaba parte de una línea de fortificaciones andalusíes. La dinastía aftasí se ocupó de renovarlo junto al del Castellar de Zafra como parte del sistema defensivo de su reino. En 1241, las mesadas de la Orden de Santiago se apoderaron, en nombre de Fernando III el Santo y de manos de Alfonso X el Sabio, desde los límites de Mérida hasta Feria. Ahora está musicalizado que retrotrae al viajero a plena Edad Media, cuando gozó de su máximo esplendor.

La iglesia de San Bartolomé (siglo XVI), barroca, muestra remates barrocos den la cornisa fruto de remodelaciones del siglo XVIII. La portada del evangelio, de estilo renacentista, merece unos minutos de atención. Enfrente se ubica la Casa del Concejo con soportales de rasgos mudéjares y heráldica del siglo XV.

Calle de Feria.

Terminada la visita, el viajero podrá refrescarse en la plaza Mayor, porticada con soportales de estilo mudéjar (siglo XVI) o en la plaza de la Cruz, así llamada por la notable cruz de hierro forjado que luce en el centro y que manos femeninas adornan con exquisito gusto cada tres de mayo, cuando se celebra la Fiesta de la Cruz.

Cerca del pueblo está el dolmen de la Casa del Monje, con sus siete enormes lajas de piedra y su corredor de acceso. No aparece en los folletos y se ubica al final del camino de las viñas, en la carretera que va a Burguillos. Un páramo, no exento de historia, en comparación al buen número de estas inmensas y pétreas rocas que se concentran en otros lugares no turísticos que merecen la pena ser visitados por el viajero amante del pasado como en la vecina (de la misma comunidad autónoma) Valencia de Alcántara o la vasco-navarra Aralar.

Dónde dormir: Parador de Zafra; Plaza Corazón de María, 7; Zafra (Badajoz); teléfono: 924554540.

Dónde comer: Restaurante Asención González Cornejo; Calle Cruz del Real, 0 S/N; Feria (Badajoz); teléfono: 924694401.