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Fernando el Católico y la Guerra de Granada

Por Manu Perez @revistadehisto

Fernando se enfrentaba con varios y serios problemas, como la guerra en Cataluña por la invasión francesa y la situación de Navarra, donde urgía su presencia. Mientras Isabel solo se preocupaba de los asuntos de Castilla, el interés de Fernando estaba en el ámbito internacional, sobre todo en las fronteras de Cataluña y Navarra con Francia y los territorios mediterráneos hasta Nápoles.

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Los catalanes esperaban la llegada de Fernando una vez terminada la batalla de Peleagonzalo, donde Fernando venció al grueso del ejército portugués. Dicha victoria se conoció en toda la Península e incluso en Europa: Fernando era el héroe salvador de Castilla contra Portugal y los rebeldes castellanos.

Fernando el Católico y la Guerra de Granada

Una vez sofocados los focos rebeldes más importantes de la zona que unía Portugal y Toro, Isabel parte para Extremadura y Andalucía con el fin de pacificar aquella región, donde se mantenían aún grupos de fuerzas rebeldes. Mientras, Fernando seguirá conquistando localidades que todavía continuaban apoyando la causa de Juana. Se reparten así el trabajo de pacificación entre los dos. Isabel consigue pacificar casi todas las localidades extremeñas conflictivas y llega a Andalucía, donde prácticamente dos grandes casas rivales y en guerra gobernaban desde hacía tiempo.

El duque de Medinasidonia, Enrique de Guzmán (en Sevilla), y el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León (en Cádiz), se repartían el territorio andaluz a excepción del reino granadino, que seguía en poder de los musulmanes. Al no existir ninguna influencia del poder real durante mucho tiempo, las dos casas de la nobleza andaluza se habían apoderado de todo a su arbitrio, sin obedecer la autoridad de Enrique IV, y habían creado su propio coto privado. Isabel llega a la Sevilla rebelde gobernada por el duque de Medinasidonia, quien se opone a la instalación de la Hermandad.

La reina se enfrenta con fuerza e impone severas medidas de orden con el consiguiente malestar de la población, que se quejaba con expresiones como

«Todo mi placer, en tristeza»,

«Toda mi alegría, en miedo»,

«Todo mi gozo, en angustia».

Fernando intenta llegar a Andalucía lo antes posible para reforzar el trabajo de Isabel y acabar con el poder del duque de Medinasidonia, quien tiene que dejar sus fortalezas a favor de los Reyes como señal de obediencia. La llegada de Fernando da un empujón a la tarea de poner orden en la zona de Sevilla porque las tropas reales demuestran su poderío ante el duque de Medinasidonia y todo el pueblo se une bajo el mando de los Reyes. Estos viajan desde Sevilla a Cádiz para tomar posesión de las ciudades del marqués de Cádiz, quien en señal de obediencia se las entrega sin lucha.

El 14 de noviembre de 1477 se produce el regreso de Alfonso V de Portugal apoyado por los rebeldes castellanos que, descontentos con la actuación de los Reyes, intentaban acabar con su poder y proclamar a Juana reina de Castilla junto a Alfonso V como rey consorte. La figura del arzobispo Carrillo de nuevo aparece como el principal organizador de la intriga en la sombra. Fernando deja Sevilla en 1478 para trasladarse a Madrid y controlar los movimientos de Carrillo en Alcalá, de Monroy en Trujillo y Alfonso V en Lisboa. Ya en Madrid las preocupaciones de Fernando eran también los asuntos de la Corona de Aragón: la guerra de Cerdeña y la tregua con Génova.

Además estaba pendiente del nacimiento de su hijo. Abandona Madrid hacia finales de abril para esperar el alumbramiento en Sevilla, que tiene lugar el 30 de junio de 1478. Nace Juan, el primogénito que tanto ansiaban los Reyes. Con gran alegría celebran el feliz acontecimiento junto a una multitud de sevillanos y embajadores de los reinos vecinos. Su padre, Juan II, pide a Fernando que se críe su nieto en Aragón, cosa imposible ante las condiciones de la capitulación matrimonial existente y la oposición de toda la nobleza castellana.

Mientras tanto, llega la noticia alarmante de que Alfonso V de Portugal se empeña en invadir Castilla para cumplir la promesa de ayudar a su sobrina y futura esposa Juana la Beltraneja. Carrillo le presta su ayuda haciéndole entrega de Talavera de la Reina para que la utilicen los portugueses como base para la invasión de Castilla. Fernando traslada la corte de Sevilla a Extremadura dejando a su familia en Córdoba y llega a Trujillo para encontrarse con Alfonso de Cárdenas, el gobernador de la zona. De Trujillo viaja a Guadalupe, donde pasará las navidades de 1478 con su familia, que llega de Córdoba. Se firma la paz con Francia en Bayona el 9 de octubre, aunque su padre no quería la paz con Francia, sino la guerra. Alfonso V avanza invadiendo la frontera extremeña sin el apoyo de su hijo, el príncipe Juan, ni de su hija Beatriz, y pierde la batalla ante el maestre de Santiago el 23 de febrero de 1479, con lo que se pone fin a la guerra que duraba desde hacía cuatro años. Carrillo por fin decide claudicar ante los Reyes y a su vez estos le perdonan a cambio de la entrega de las localidades que poseía.

El mismo año de 1479 fallece el anciano rey de Aragón Juan II, el padre de Fernando. Este le sucede en la Corona de Aragón. Mientras, en la localidad extremeña de Alcántara se inician las conversaciones preliminares de paz entre Isabel y Beatriz de Portugal, conversaciones que concluyen en la paz de Alcazobas el 4 de septiembre de 1479 sin presencia de Fernando, que estaba ocupado en otras tareas en su territorio catalán. La pacificación de Cataluña fue un asunto prioritario para Fernando ya que su padre Juan II no había sido capaz de lograrla debido a las malas relaciones existentes entre él y los catalanes desde la época de Carlos de Viana. Los catalanes, en cambio, tenían un gran cariño a Fernando y le consideraban el salvador de Cataluña. Desde 1476, al tener noticias de la derrota de los portugueses en Toro, esperaban la llegada de Fernando a Barcelona, pero Fernando no pudo visitar Cataluña hasta tres años después, en 1479, ya que los problemas de Castilla eran tan graves que tuvo que solucionarlos antes.

Las noticias que llegaban de Castilla sobre las actuaciones de Fernando y sus éxitos en las guerras contra las tropas invasoras portuguesas y contra los rebeldes castellanos entusiasmaban a los catalanes, porque demostraba ser un rey fuerte y valiente en la tierra de Castilla y Cataluña necesitaba precisamente a ese héroe para poner orden en aquella sociedad catalana tan revuelta y anárquica. Varias veces intentó acudir a Cataluña, pero su mujer Isabel le necesitó en las zonas de conflicto con las fuerzas rebeldes apoyadas por Portugal. Más tarde se requirió su presencia en Andalucía, donde existían focos muy fuertes de nobles que no obedecían a los Reyes. Isabel irá sola, sin Fernando, a Extremadura para acabar con las fortalezas de los rebeldes y después proseguirá a Sevilla, la capital de Andalucía, coto del duque de Medinasidonia, que disfrutaba de impunidad gobernando a su antojo casi todo el territorio andaluz, a excepción de la zona sur, dominada por otro personaje, el marqués de Cádiz.

Ante la amenaza que suponía Isabel, que había introducido la Hermandad para poner orden en la vida cotidiana de los sevillanos y obligar al duque a que entregara las fortalezas y palacios de su propiedad en señal de obediencia a los Reyes, se produjeron tensiones y malestar al comienzo. Fernando tuvo que acudir a Sevilla para ayudar a Isabel en su labor pacificadora.

Con la llegada de Fernando toda la población y su jefe el duque de Medinasidonia se convierten en súbditos de los Reyes. Al finalizar la pacificación de Sevilla se trasladan Fernando e Isabel a Cádiz, donde el marqués de Cádiz les esperaba con una ceremonia de bienvenida y la entrega de sus fortalezas y de sus ciudades. Por fin Fernando sale para Zaragoza antes del verano de 1479 y entra en Barcelona a primeros de septiembre. Se celebran las Cortes catalanas durante la estancia de Fernando, quien permanecerá en tierras catalanas desde noviembre de 1480 hasta octubre de 1481. Isabel llega a Barcelona en verano de 1481 para estar junto a Fernando como reina de los catalanes. En 1482 surge la crisis de Ferrara en Italia, territorio de la Corona de Aragón, pero Fernando tiene que volver a Castilla para comenzar la guerra de Granada, que durará hasta 1492.

Mientras Fernando resolvía los asuntos de Castilla llega la noticia de que la ciudad de Zahara había sido tomada por los musulmanes en un ataque sorpresa ya que la ciudad estaba fuera del reino granadino y desde 1407 era territorio cristiano reconquistado por el abuelo de Fernando, su tocayo Fernando de Antequera. Hasta entonces la zona había estado tranquila por haberse acordado una tregua entre moros y cristianos, de ahí que el ataque de los moros y la ocupación de Zahara fuera considerado muy grave por los cristianos, lo que provocó la respuesta del marqués de Cádiz, quien envió sus tropas dentro del reino granadino y como represalia tomó Alhama, una fortaleza muy próxima a la ciudad de Granada.

La toma de Zahara hizo que nobles anteriormente enemigos como Diego de Merlo, Alfonso de Cárdenas (maestre de Santiago), Rodrigo Téllez (maestre de Calatrava), el duque de Medina y el conde de Cabra colaboraran con el marqués de Cádiz unidos por un sentimiento religioso y patriótico. Fernando partió enseguida de Medina del Campo para socorrer al marqués de Cádiz, que estaba encerrado en la fortaleza de Alhama rodeado y asediado por el ejército granadino. Este movimiento puso fin a la tregua pactada y dio lugar al comienzo de la guerra de Granada, la tarea que Castilla tenía pendiente desde hacía siglos.

Fernando es quien va a tomar el mando de la guerra, al igual que contra las tropas portuguesas. La táctica de Fernando para la guerra de Granada no iba a consistir en el choque frontal con las tropas musulmanas, sino el asedio de las fortalezas una a una desde la zona occidental del reino, es decir desde Málaga. Córdoba y Sevilla servirán de base logística para el suministro, tanto de materiales y de víveres como de recursos humanos. Isabel se encargará de proporcionar y gestionar esos servicios esenciales para el mantenimiento de la guerra. El 29 de junio de 1482, justo al comienzo de la guerra, nace la infanta María en Córdoba.

En la primera fase Fernando ataca Loja, localidad cercana a Alhama, con la intención de apoyar y mantener esta fortaleza en su poder, pero es derrotado y fracasa en su intento. A continuación ataca la Axarquía malagueña y nuevamente es derrotado y no consigue tomar ninguna fortaleza. Empieza ganando Lucena, Tájara, Zahara y Álora. Vuelve a intentar la toma de Loja y fracasa de nuevo. Será en el tercer asalto, en 1486, cuando lo consiga. Haciendo labores de tala para agotar los víveres de los asediados va tomando poblaciones cercanas a Málaga, como Ronda y Marbella, en 1485. Estas conquistas provocan la rendición de otras treinta y dos poblaciones menores, lo que deja libre toda la zona occidental de Málaga como territorio reconquistado por los cristianos. Dentro del reino de Granada se habían ido produciendo cambios negativos desde el comienzo de las hostilidades hasta que surge la guerra civil entre Muley Hacén y su hijo Boabdil.

El rey moro deja a su mujer, la madre de Boabdil, y se casa con una prisionera cristiana llamada Zoraya: esta fue la causa de la guerra familiar, de la que saldrá vencedor su hijo, que se proclamará nuevo rey y enviará a su padre al retiro en Almuñécar en 1482. El ejército musulmán, comandado por Boabdil, ataca Lucena, una población cristiana fuera del reino granadino, pero es derrotado y su rey capturado como prisionero en 1483.

La madre de Boabdil se pone en contacto con Fernando para negociar la libertad de su hijo y se lo ofrece como vasallo de los Reyes Católicos, haciéndole entrega de sus hijos en calidad de rehenes. Fernando aprovecha el trato y acepta su libertad para que vuelva a su reino con la firma del Tratado de Córdoba. De este modo la guerra de Granada va a convertirse en un acuerdo de estrategia y diplomacia ya que Fernando dispondrá del rey moro como su aliado y espía dentro del territorio enemigo. Existían facciones que apoyaban al rey anterior en contra de su hijo, lo que motivó que se dividiera el reino. Ambas facciones luchaban contra los cristianos, pero sin juntarse entre ellas.

Para Fernando la situación dentro del reino granadino fue ideal ya que, con el tiempo, la potencialidad que tenían los granadinos fue disminuyendo sin desgaste de las fuerzas cristianas. Tomar Granada era una obra demasiado arriesgada y costosa. El propio Fernando no tenía muy claro su triunfo a corto plazo. El Tratado de Córdoba fue decisión de Fernando ya que la opinión de la nobleza no fue unánime y la reina Isabel estaba ausente, aunque lo consintió después. Antes del asedio de Málaga, que era la plaza más importante después de Granada, tenía que tomar Álora, una fortaleza que los antecesores de Fernando (Alfonso VIII en 1184, Alfonso XI en 1319, Juan II en 1434 y Enrique IV en 1455) no habían sido capaces de conquistar debido a que su castillo estaba ubicado en un lugar estratégico muy difícil de atacar. La guerra de asedio continúa acercándose cada vez más a Málaga y conquistando varias plazas, como Cártama, Coín y Benamequiz en 1485. Otras plazas, como Moclín y Cambil, se rinden en el mismo año.

En Málaga reinaba Zagal, hermano del antiguo rey moro, que le había sucedido en el trono. Intentó reconciliarse con su sobrino Boabdil para organizar la defensa del reino, pero se vio obligado a enfrentarse con él. Al final logra convencer a Boadbil para que vaya a rescatar a su tío en Loja, pero pierde la batalla y vuelve a ser hecho prisionero por las tropas cristianas en 1486. Fernando, que había estado en varias localidades de Castilla solucionando asuntos del reino, llega a Granada para celebrar la toma de Loja y vuelve a perdonar a Boadbil, pero esta vez le exige condiciones más duras para que termine pronto la guerra a favor de los cristianos.

En este mismo año caen varias localidades cercanas a Loja: Moclín, Íllora, Montefrío y Colomera, casi todas, plazas que rodeaban la parte norte de Granada. En 1487, estando Fernando en Salamanca, se produce la rendición de Vélez Málaga y a continuación de toda la Axarquía malagueña sin lucha, mientras ocurría la guerra entre Boabdil y su tío Zagal. El cerco de Málaga duró tres meses, desde principios de mayo a mediados de agosto de 1487. El tercer tratado con Boabdil se firma en 1487. La Axarquía granadina, la parte oriental de Granada, se rinde también en 1488 y terminan los primeros seis años de guerra con el triunfo total de Fernando, que había logrado dejar la parte occidental del reino de Granada en manos cristianas. El marqués de Cádiz fue el protagonista de esta operación.  La guerra se acelera a partir de entonces y conquistan la parte oriental de Granada tomando plazas como Vera, Mojácar, Vélez Blanco, Vélez Rubio, Huéscar, Orce y Galera. Llegan a cercar la fortaleza más importante de la zona: Baza.

Otras cincuenta plazas más caen en manos cristianas en el mismo año y las noticias llegan al papa. El cerco de Baza dura seis meses (1489), Zagal se rinde y deja Granada. Se pensaba que la guerra había terminado ya que solo quedaba Boabdil en Granada, pero la entrega de esta ciudad aún deberá esperar dos años más porque Boabdil cambia de postura y lucha contra los cristianos para defender el reino. Gonzalo Fernández de Córdoba negocia con Boabdil ya que le conocía bien de cuando estuvo en prisión porque había sido su guardián. Granada se rinde finalmente con la entrega de las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492.

Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Yutaka Suzuki. Personajes del siglo xv, Origenes del Imperio español. ISBN 9788460690399. 2015.

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