Tras la maravilla el año pasado de Después de la tormenta, Kore Eda Hirokazu entra en el género negro con El tercer asesino, película que en muchos sentidos puede considerarse un tour de forcé. Lo es porque presenta desde el principio con toda claridad el asesinato, y despeja toda duda sobre quién es el asesinado, y quién el asesino. Pero cuando un brillante abogado asume la defensa de Misumi, el asesino, poco a poco la película, con un milimétrico guión que ama cada una de las palabras pronunciadas, se desplaza hacia el vértigo que entraña despejar “la verdad” y en particular la culpa. Y si terminamos sabiendo que el asesinado violaba y martirizaba en realidad a su hija, el asesinato aparece aureolado en realidad por un altruismo en una dimensión muy superior a la de la justicia humana. Ese es el territorio donde Hirokazu destila toda la fuerza de su cine, donde se mueve más a gusto. Resulta dramático el sincopado diálogo final entre el abogado y el asesino - Hirokazu explora la búsqueda de la verdad hasta el límite.
El jurado del festival coronaba la fuerza del cine asiático otorgando el premio especial del jurado a la coreana “La memoria del asesino”, de Won-Shin-Yu.
The guiltyCierra esta rápida reseña la película sorpresa del festival: la danesa El culpable, de Gustav Möller, con una memorable interpretación de Jakob Cederberg. La película se resuelve con un espléndido respeto a la unidad de tiempo, escenario y acción. Una mujer llama al servicio de emergencias 112 de la policía. La versión que cuenta es que la han secuestrado. El policía lo cree todo. Hará todo lo necesario para salvarla, armado únicamente con el casco de escucha del servicio 112, la posibilidad de poner en contacto a los diversos servicios, el manejo del GPS, y sin abandonar en ningún momento la sala donde se reciben las llamadas de emergencia. Magníficamente dosificado el guión, el vuelco total llega sin sobresaltos, pautado pero no menos sorprendente. Hay un crimen atroz y el asesino no es ni mucho menos quien a todos luces lo parece. Desde ese teléfono, consigue localizar el lugar donde se encuentra. Se limitan a felicitarle: buen trabajo. Espléndida película sobre la soledad del trabajo policial, sobre la violencia que entra en el cerebro como un meteorito caído desde una galaxia remota, y que de algún modo es preciso encajar en un marco humano, para darle sentido, para amañar un sucedáneo de justicia. Los premios literarios de Beaune recaían en Peter Farris, Last call for the living, mejor novela extranjera; Jacky Schwartzman (Demain c`est loin) mejor novela negra francesa; Charlotte Cahné (Fatale Descente) premio a la mejor primera novela de autor emergente.Ramón García