Apostando por el formato híbrido, el 20 Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria se desarrolla de forma presencial en Las Palmas, pero también se puede encontrar parte de su programación en la plataforma Filmin. Luis Miranda, director del festival desde 2015, aunque ha sido programador prácticamente desde sus comienzos, apuesta por el regreso a una cierta normalidad, pero la posibilidad que ofrece el formato digital también abre el horizonte de los espectadores al resto de España. Durante esta semana repasamos en nuestro blog algunas de las películas más destacadas de su programación.
OFICIAL LARGOMETRAJES
Ganadora del Premio al Mejor Documental Novel en IDFA 2020 (Festival de Documentales de Amsterdam), This rain will never stop (Alina Gorlova, 2020) es un excelente trabajo y sin duda una de las mejores películas presentadas a competición. Rodado con una absorbente fotografía en blanco y negro, estamos ante un documental que habla de la guerra con una puesta en escena de gran impacto visual. La historia acompaña a un joven refugiado sirio que huye del conflicto con su familia y se instala en la ciudad natal de su madre, en Ucrania, justo en el momento en el que comienza la Guerra del Donbass, en el sureste del país. Al final, se desprende de un conflicto armado y acaba metido en otro. Su trabajo como voluntario de la Cruz Roja le lleva, precisamente, al centro de la lucha armada, así que de alguna forma este joven tiene en sus genes la educación de la guerra, la necesidad de ayudar en los momentos más cruentos. Dividido en once capítulos, que van del cero al nueve y regresa al cero en el epílogo (el regreso es también uno de los temas principales, que conforma una de las secuencias más emotivas, cuando el joven se encuentra con su familia en Irak), el documental mezcla el formato habitual de seguimiento observacional, sin entrevistas ni material de archivo, con una espectacular fusión de imagen y montaje que ofrece una visión del horror de la guerra que se transmite a través de nuestras sensaciones.
Este recorrido por los tiempos de la paz y la guerra también es un viaje físico, porque el protagonista tiene a su familia dividida entre Ucrania, Alemania, Irak y Siria. Asistimos a una especie de proceso cinematográfico de arte y ensayo, una propuesta nada esperanzadora, apoyada por una visión oscura, tenebrosa, a la que contribuye el espléndido trabajo del director de fotografía Viacheslav Tsvietkov, que también realizó un trabajo notable en The Earth is blue as an orange (Irina Tsyliks, 2020). Podríamos decir que es casi un documental de arte y ensayo sobre la representación de la guerra, y una de las propuestas más absorbentes que hemos visto este año.En el terreno de la ficción, la producción india Fire in the mountains (Ajitpal Singh, 2019), que estuvo presente en la sección World Dramatic Competition del Festival de Sundance 2021, plantea una confrontación entre la tradición y el progreso, a través de la historia de una familia que se dedica a ofrecer estancia a los turistas en un pequeño pueblo montañoso del Himalaya. Hay un conflicto claro entre el marido, Dharam, y la esposa, Chandra respecto a una serie de acontecimientos que han ocurrido en su familia: su hijo no puede caminar, pero parece más una cuestión psicológica que física, y su negocio no da muchos beneficios porque resulta difícil acceder a él. Mientras Chandra quiere ahorrar para poder impulsar la construcción de una carretera que facilite el acceso y también una mayor facilidad para ir al médico, Dharam piensa que es mejor invertir el dinero en una ceremonia para eliminar la maldición que él piensa que se cierne sobre su familia.
Hace 10 años, el director Ajitpal Singh vió la película Los 400 golpes (François Truffaut, 1959) y le impactó tanto que decidió convertirse en cineasta, algo que ha logrado finalmente con esta película. Una tragedia en su familia fue la que inspiró esta película, cuando su tía falleció después de que su esposo no quisiera llevarla a un hospital porque creía que estaba poseída por un fantasma. Esta confrontación entre la racionalidad y las supersticiones se convierte en el tema principal de su primera película. Hay un proceso de evolución psicológica en el personaje femenino que poco a poco se da cuenta de que resulta muy difícil traspasar la influencia de una sociedad patriarcal. Pero también se plantean razones económicas, cuando alguien comenta que nunca la dejarán construir la carretera porque entonces se convertirá en una competencia para los negocios del entorno. La película consigue unas imágenes espectaculares de las montañas, gracias a un trabajo preciosista del director de fotografía Dominique Colin, que captura la belleza del paisaje de una forma extraordinaria. Y establece una mirada rotunda, quizás algo tendente al drama en el tercer acto, que plantea notables ideas sobre el difícil equilibrio entre la tradición y el progreso en las comunidades rurales.
El director japonés Yujiro Harumoto debutó con la película Going the distance (2016), y recientemente presentó en el Festival de Berlín 2021 su segundo largometraje. A balance (2020), en la que nuevamente ejerce como director, productor y editor, plantea una reflexión sobre la verdad y la mentira. Desde el comienzo, cuando vemos a un hombre tocando una flauta para descubrir poco a poco que está siendo filmado por una cámara, la perspectiva entre lo que vemos y lo que realmente es, se difumina. La protagonista es Yuko, una directora de reportajes que está trabajando en la investigación de una relación entre una alumna y un maestro que acabó en un doble suicidio, pero sobre todo en las consecuencias que este desenlace ha tenido para sus familias, que sufren el rechazo de sus vecinos. Pero el punto de vista del reportaje, que culpa tanto a la escuela como a los medios de comunicación del repudio social, no gusta especialmente a los productores del canal de televisión.
La intención de Yuko como directora es la de "despertar a la sociedad japonesa", trasladando a sus documentales la realidad vista sin censuras. Esta posición, quizás demasiado ambiciosa, choca frontalmente con esa otra "verdad" que los productores promulgan, mucho más tibia, mucho menos molesta. Pero esta historia de dos horas y media de duración, plantea otro nivel reflexivo cuando la propia Yuko descubre que en la escuela en la que trabaja como profesora, se ha producido un caso de abuso sexual. Y entonces su actitud es de apoyo a la alumna, pero también de encubrimiento hacia el abusador, una persona muy cercana a ella, porque la denuncia podría provocar el cierre de la escuela.
Yujiro Harumoto plantea así una dicotomía entre lo que pretende la protagonista como profesional y lo que está dispuesta a asumir como persona. Y lanza preguntas que tienen que ver con la asunción de una realidad que es diferente cuando la mira desde fuera (como directora) que cuando la experimenta en primera persona (como profesora). El trabajo como director y editor de la película le permite utilizar la cámara a la manera de los documentales, con cámara en mano que a veces se desarrolla en forma de planos secuencia pero en otros momentos propone un montaje dinámico, mucho más que en los habituales dramas japoneses. Se trata de una película valiente en su planteamiento narrativo, que nos plantea dudas sobre la verdad y la forma en que la afrontamos.
COMPETICIÓN DE CORTOMETRAJES
En esta sección encontramos algunos cortometrajes interesantes que han pasado por festivales internacionales en los últimos meses como How to disappear - Deserting Battlefield (Robin Klengel, Leonhard Müllner, Michael Sumpf, 2019) que logró una Mención Especial en Vienna Shorts 2020 y también se ha visto en el Festival de Cortometrajes de Vila do Conde. Utilizando imágenes del videojuego Battlefield (2016, EA), los directores reflexionan sobre la figura del desertor. ¿Se puede ser pacifista en un videojuego bélico? La respuesta es obvia, porque los programadores no han tenido en cuenta esta circunstancia. Es el reflejo de una sociedad que busca la paz preparándose para la guerra, una lectura perspicaz de cómo creamos nuestros esquemas de ocio.
El último trabajo del canadiense Guy Maddin y sus habituales colaboradores, los hermanos Johnson, Stump the guesser (Guy Maddin, Evan Johnson, Galen Johnson, 2020), es una de esas imaginativas propuestas que están realizadas con maestría. Presentada en el Festival de Berlín 2020, se desarrolla en una feria en la que un adivino descubre que tiene una hermana de la que se enamora, e intentará desmontar la transmisión hereditaria para poder casarse con ella. El escenario de feria decimonónica es un espacio perfecto para la creación de esos universos imaginarios de Maddin & Johnson. Y la utilización del formato clásico de cine mudo les sirve para introducir elementos más modernos, y también provocativos temas como el incesto. Llena de humor, la película construye un creativo Grand Guiñol que demuestra el talento de la veteranía.
Sun dog (Dorian Jespers, 2020) fue nominado al Premio Europeo al Mejor Cortometraje y consiguió el máximo galardón en el Festival de Rotterdam 2020. Se desarrolla durante un largo día sin sol en la Rusia ártica con una imagen etérea y onírica que provoca una extraña sensación. El personaje principal intenta encontrar la manera de dejar atrás ese mundo de sueños que parece más una pesadilla con imágenes tomadas de una película de Alexander Sokurov. Es la persecución de una quimera, de un fantasma que está en la imaginación, de un vuelo hacia el sol... los soles.
Los fotógrafos Barbara Wagner y Benjamin De Burca ofrecen una visión del Brasil contemporáneo a través de la danza. Su último cortometraje, Swinguerra (Barbara Wagner, Benjamin De Burca, 2019) es una representación que tiende un puente entre la realidad y la fantasía, entre los sueños y el despertar en una sociedad brasileña que enfrenta la inestabilidad ideológica. "Swingueira" es la guerra del swing, de coreografías sensuales que convergen en los deseos de una nueva generación. Los bailarines de género no binario se enfrentan a la hipocresía y se deshacen de las etiquetas al bailar.
Clean with me (after dark) (Gabrielle Stemmer, 2020) es una mirada irónica a los tutoriales de limpieza y los canales de youtube propiedad de amas de casa obsesionadas con mantener las casas limpias para sus maridos. Pero lo que comienza como una visión sobre la banalidad se revela como una reflexión más profunda cuando algunas de estas mujeres muestran sus tendencias depresivas o su insatisfacción como madres y esposas. ¿Limpiar es un acto de pulcritud o realmente no es más que una terapia contra la soledad y la depresión?
El matrimonio formado por Elvira Lind y el actor Oscar Isaac propone en el cortometraje nominado al Oscar The letter room (Elvira Lind, 2020) una historia sobre las relaciones humanas y la soledad. Protagonizado por el propio Oscar Isaac, la historia de un guardia de seguridad que comienza a trabajar revisando el contenido de las cartas que envían a los presos, está muy bien estructurado desde la presentación de los personajes hasta el desarrollo de una obsesión emocional a través de las historias privadas que se reflejan en estas cartas. La historia sin embargo guarda similitudes sospechosas con la película turca Passed by censor (Serhat Karaaslan, 2019), lo que limita su interés.
BANDAPARTE
La película experimental Terranova (Alejandro Alonso, Alejandro Pérez, 2020) ganó el Premio al Mejor Cortometraje en el Festival de Rotterdam 2021. Se trata de una reflexión sobre el concepto de ciudad, sobre el que dos personajes discuten al principio de la película. Propuesto como un homenaje a La Habana en su 500 aniversario, como proyecto promovido por la Unión Europea, los directores construyen, sin embargo, una mirada subjetiva hacia la propia Habana como lugar concreto pero también hacia la definición de ciudad como algo intangible, que tiene menos que ver con lo superficial que con la impronta emocional del pasado, el presente y posiblemente el futuro.
Se trata de una obra que se plantea más como un ensayo audiovisual que como un documental, que bucea en las imágenes y en las subjetividades para crear su propia visión de la ciudad. Encontramos imágenes de edificios que sin embargo están distorsionadas, fotografías del pasado que muestran una ciudad completamente distinta, fragmentos visuales de lo que parece una fábrica y elementos de invasión visual que proviene del exterior. En la película de Alejandro Alonso y Alejandro Pérez la ciudad no se construye sino que se desvanece, no está habitada por personas sino que éstas son figuras espectrales. Es una ciudad que se transforma a través de sí misma.
LINTERNA MÁGICA
Presentada en el pasado Festival de Glasgow 2021, Da capo (Chanyang Shim, 2020) es una película que desprende desde el primer minuto su pretensión de hacer de la música el principal elemento narrativo. Pero no es exactamente una historia sobre el nacimiento de una nueva estrella, sino que su protagonista, Tae-il (Hong Isaac) ya ha probado cierto éxito, pero trata de encontrar una nueva voz musical, frente a una industria que está más interesada en descubrir a nuevas estrellas adolescentes, y que convierte a los treintañeros en figuras ya veteranas. Esta búsqueda le devuelve a su lugar de origen, donde retoma la relación con su antigua compañera musical, Ji-won (Jang Haeun), que ahora da clases precisamente a adolescentes en un pequeño estudio musical.
La historia circula alrededor de dos tramas principales: el redescubrimiento del protagonista y el desarrollo de una banda de jóvenes que tratan de convertirse en estrellas del K-pop, la música popular coreana que aúna diferentes estilos. Y funciona bien en las dos, aunque a veces se sienten poco cohesionadas. Precisamente Da capo no es una película que encuentre su propia voz, pero al menos sí consigue transmitir el amor por la música que sienten sus personajes. Y ayuda ciertamente que sus dos actores principales sean músicos, lo que les permite demostrar sus habilidades. Aunque no llega a la excelencia a la hora de equilibrar la parte musical con la narración, Da capo tiene un tono general de optimismo que recuerda a las películas de John Carney: el protagonista tiene un estilo parecido al de Glen Hansard en Once (John Carney, 2007), mientras que el grupo de chicos tiene un aire desenfadado a lo Sing Street (John Carney, 2016). Se trata de una película agradable que se disfruta gracias a unas interpretaciones honestas y a una banda sonora pegadiza.
Parte de la programación del Festival Internacional de Las Palmas de Gran Canaria se puede ver en Filmin hasta el 18 de abril.