De un tiempo a esta parte, la frase <<lo importante del viaje son los amigos que hacemos en el camino>> me parece cada vez más un meme. No en balde, sigue siendo un recurso demasiado clásico como para ignorarlo hoy día. Sin ir demasiado lejos, ya el año pasado God of war maduró en ese aspecto al marcarnos un objetivo carente de épica (esparcir las cenizas de Faye) y, en el camino, afianzar la distante relación de un padre con su hijo. No es una técnica a desestimar: un viaje permite a los personajes colaborar, abrirse entre ellos, confiar los unos en los otros. En definitiva, madurar. Del mismo modo que la obra de Santa Mónica, A pesar de todo cuenta la historia de cuatro hermanas separadas por una distancia física y emocional a la búsqueda de sus respectivos padres biológicos.
Al poco del estreno en el 22 Festival de Málaga, la gente ya notaba una cierta tensión en torno al concepto "feminista". En las declaraciones, se intentaba evitar recurrir a ella para describir esta película; un cierto miedo a la polémica y a la furia de que la polarizada sociedad atacase tanto a la cinta como a los responsables puso en evidencia estos mismos problemas. No obstante, también es comprensible que estos quieran evitar ser políticos cuando la obra roza lo justo ese campo. Gabriela Tagliavini configura su película desde una perspectiva plural, que da relevancia a personajes femeninos de diversa índole y carácter sin que esto llame demasiado la tensión en el transcurso de la trama. La tensión entre los distintos estilos de vida de las hermanas, que sugieren miradas de recelo por parte de familiares y amigos de mentalidad burguesa, es enseguida aligerado para centrarse en la trama y el proceso. Con esto, Tagliavini normaliza asuntos de cuestión sin que el tono resulte demasiado combativo para que este genere rechazo.
Así, lo político queda en un segundo plano, en los detalles oportunos, pero tampoco es que hablemos de asuntos complicados. Ante todo, esta comedia busca ser ligera, un entretenimiento de consumo rápido y sencilla elaboración. Las pretensiones políticas quedan ajustadas a las pretensiones comerciales, justas en su medida como el condimento de un plato. El resto de la trama, por su parte, se resume en una sinopsis sencilla y un desarrollo lleno de tópicos de las comedias francesas, inglesas o americanas. La forma acompaña a tales conclusiones: una dirección correcta y una fotografía de colores edulcorados termina de cerrar una película sobre los problemas de unos acaudalados.
Los personajes de A pesar de todo tienen lo suficiente para que la acción tenga combustible, pero no lo necesario como para que resulten verdaderamente interesantes. Tampoco es que sea necesario. El viaje que emprenden en pos de la unión familiar es de sobra conocido y aun así funciona. Gabriela Tagliavini roza la superficie y se detiene por miedo a las consecuencias. Es una reivindicación justa y sin fuerza, ensombrecida por los intereses comerciales. La banca siempre gana, a pesar de todo.