Nuestra MINI-CRÍTICAS (parte 1)
-CHOELE de Juan Pablo Sasiaín (Competencia Latinoamericana)
En el patagónico pueblo de Choele Choel Sasiaín centra esta historia que se reduce primero a tres personajes, pero que en realidad luego centrará toda su narrativa en Coco, un pequeño de once años que pasa sus últimos días allí con su padre (Leonardo Sbaraglia) mientras aguarda la llegada de su madre que lo llevará a vivir con ella. En ese tiempo conocerá a una hermosa vecina algunos años mayor que él (Guadalupe Docampo, quien ya había trabajado con Sasiaín en La Tigra Chaco) y empezará a sentir el despertar de la pubertad, con todo lo que eso significa tanto bueno como malo.
Curiosidad, ebullición adolescente, vagar sin sentido por las calles, los juegos entre cotidianos y aburridos con su amigo, y un competidor que Coco no se esperaba serán algunos de los elementos que el director incorporará en la trama que por momentos parece sincera, y que nos genera casi automáticamente empatía y cariño por este niño y la etapa que atraviesa, pero que por otros nos dará la sensación de que todo eso que sentimos fue demasiado calculado, demasiado pensado y predeterminado. Si en La Tigra Chaco, maravillosa producción conjunta de Sasiaín y Federico Godfrig nos enamoramos de la espontaneidad y sensibilidad;: aquí el encanto podrá diluirse más fácilmente ya que si bien el film en líneas generales es correcto, el humor en los escasos momentos que surge, nos recuerda esta visión calculista, al igual que la música que no acompaña para nada una historia que de no ser por eso, aportaría un gran y original foco de abordaje para la ya conocida temática del despertar adolescente.
-DRINKING BUDDIES de Joe Swanberg (Competencia Internacional)
Muchos, la mayoría seguramente va a renegar y olvidar pronto esta película, tal vez la más mainstream en la carrera de Swanberg (dentro de lo que el mumblecore permite en uno de sus exponentes más fructuosos) pero a mi me fascinó. Si bien se trata como suele ocurrir en estos festivales, de una temática ultra mega utilizada como es el histeriqueo en las relaciones adultas, y el rodeo que se produce cuando los involucrados tienen parejas de antemano, aquí el enfoque y la tensión que la recurrente pregunta “¿Va a pasar finalmente algo entre ellos?” genera en el espectador, produce un efecto que durante 90 minutos nos tendrá expectantes y por que no, esta sensación se mantendrá incluso al abandonar la sala.
Kate (la maravillosa Olivia Wilde) y Luke (Jake Johnson) son tan solo amigos, compañeros de trabajo en una pequeña cervecera artesanal de Chicago pero como suele suceder a veces; mientras más tiempo se comparte más se genera; y es obvio que hay algo más allá de lo laboral entre ellos. Noches de cerveza y papas fritas, códigos compartidos, mutuo entendimiento, el mismo tipo de humor que lleva incluso a festejar el más tonto e insignificante chiste con tentativas de contacto físico y miradas sugestivas. Pero… ¿ cuál es el problema? Ambos protagonistas tienen pareja: por un lado Luke está comprometido con su novia de hace tiempo, y Kate tiene un novio de estilo serio (Ron Livingston), y ambos novios se ofuscan y quedan perplejos al no entender el porqué y la dirección que la amistad entre Kate y Luke está tomando. La confusión será la emoción que los cuatro compartirán, y su complejidad a la hora de verbalizarla será uno de los recursos de Swanberg.
Si están pensando que la trama es banal, y que el combo de estrellas jóvenes y lindas resta, puedo asegurar que están equivocados. Más allá de lo mainstream que puede tener el film y que nadie niega, Swanberg no abandona ni en un solo plano, ni por un segundo su mirada intimista y sensible que supo encandilarnos en otras oportunidades. El histeriqueo cargado de emociones contenidas no hacen más que retratar a la perfección el destiempo, los conflictos y la complejidad de toda una generación.
Otro plus: la banda de sonido excesivamente indie, pero acertada que acompaña coherentemente todos los estados que los personajes van atravesando.
-LA HERIDA de Fernando Franco (Competencia Internacional)
Fernando Franco nos presenta una historia sobre Ana (Marian Alvarez, quien ganó el premio a Mejor Actriz en San Sebastián), una joven de unos treinta años que pasa sus días a bordo de una ambulancia donde su tarea consiste en trasladar pacientes mayormente psiquiátricos.
Al principio este trabajo es lo único que le da sensación de utilidad, pero poco a poco Ana se irá identificando y conectado con estas historias y el padecer angustioso de los pacientes, padecer que ella hace tiempo también experimenta y ante el que no haya salida alguna. La soledad, desesperación y melancolía la irán invadiendo en cada segundo de su vida y ni siquiera el estar en su hogar; el cual es compartido con una madre que no ve ciertas cosas, la podrá ayudar. Esto le traerá más problemas que los que ya tenía de antemano con sus relaciones de pareja y con sus amistades ya que pareciera que la única modalidad vincular que Ana conoce es la agresiva.
Agresión para con los demás y conductas autoagresivas constantes como la mutilación y el hábito excesivo de fumar, y quemarse con los cigarrillos es lo que Franco nos muestra en esta joven con trastorno límite de la personalidad que fantasea y coquetea con la idea del suicidio como manera de escape. Con pocos recursos visuales y primeros planos que nos recuerdan a los hermanos Dardenne, apariencia austera pero potente, la ópera prima de este director nos sumerge de lleno en una dimensión donde vivir y sobrevivir al dolor es el objetivo, a la vez que se lo describe desde una perspectiva dramática sin ser fatalista y donde se destaca el excelentísimo trabajo actoral de la protagonista.
Por @EmmaPeel___