Con Bird people Pascale Ferran tiene el detalle de entregarnos dos películas en una: la protagonizada por Josh Charles por una parte, y la que tiene a Anaïs Demoustier como centro, por otra.
Josh Charles interpreta a un hombre de negocios que un día decide tomar una decisión de vital trascendencia para él, su familia y su entorno laboral. Mientras pone las cosas en orden, espera en una habitación de hotel parisino. Por su parte, Demoustier da vida a una limpiadora de habitaciones del hotel. Ambos cruzarán sus caminos tras un fantástico suceso del que no conviene decir demasiado.
Ferran y su guionista Guillaume Bréaud plantean toda la trama en dos tiempos bien diferenciados, con Charles como protagonista de los primeros 80 minutos. Aunque la historia tiene su interés se muestra demasiado alargada y repetitiva, lo que provoca que una vez que la película alza el vuelo nos encontremos ya algo cansados. En definitiva, se podría haber aligerado esta parte para no llegar a los claramente excesivos 128 minutos finales de Bird people.
Cuando la cenicienta encarnada por Anaïs Demoustier toma las riendas de la narración, Ferran aparece como una cineasta imaginativa y con un enorme sentido del humor que logra que volvamos a entrar en Bird people con fuerzas renovadas. Como decía antes, contar más sería destripar una de las sorpresas más dulces y contundentes que uno recuerda en mucho tiempo.
Y uno lamenta que no pueda salvar más de una película que parece basar todo su encanto en ese giro argumental que llega demasiado tarde (de hecho muchos espectadores abandonaron la sala durante la proyección). Un giro no lo es todo.