Al que dijo que todos los cineastas hacen la misma película una y otra vez habría que ponerle la filmografía de Larry Clark para que vea lo que es estancarse en un bucle cinematográfico. Con Kids a punto de cumplir 20 años, el cineasta y fotógrafo estadounidense continúa su senda de mostrar cuerpos jóvenes fornicando, con especial atención a los efebos.
Centrando ahora la acción en unos adolescentes del París contemporáneo, en The smell of us Clark se limita a mostrarlos jugando con su skate, mientras que en su tiempo libre se prostituyen para sacarse un dinerillo. La mirada de Clark siempre es viciosa y voyeurística: primeros planos de penetraciones anales, lamidas de pies y demás juegos sexuales suceden sin un argumento claro al que echar mano. Esto escandalizará a algunos, asqueará directamente a otros, mientras unos cuantos reímos más atentos a las reacciones de la platea que a lo que sucede en la pantalla.
Si a esto unimos la desoladora visión del ser humano, ya sea joven o viejo, que da Larry Clark, la sensación es de angustia constante, aunque bastante gratuita. En momento dado, y siendo generosos, se podría decir que para Clark poco a cambiado la juventud desde aquel 1995 en que vimos su película debut.
Al final, lo de Kids parece que se debió más al talento de Harmony Korine, al que le ha ido mucho mejor, que al de Clark que vive encerrado en su mundo de asco y desesperación.