Festival de Sitges: «As Bestas» de Rodrigo Sorogoyen

Rodrigo Sorogoyen es uno de los directores españoles en mejor estado de forma. El reino, Madre y ahora As Bestas son películas que ya forman parte de la filmografía esencial de nuestro país. Sorogoyen ha conseguido convertirse por un lado, en uno de los directores que mejor saben ejecutar y modelar la tensión dramática (ya sea en un thriller trepidante como El reino o en una película de dramas rurales como es As Bestas) y por otro, en uno de los mejores directores de actores que tenemos a nivel nacional. En este caso Marina Fois, Denis Ménochet y sobre todo Luis Zahera nos regalan las interpretaciones de unos de los personajes más fascinantes y realistas de la filmografía del director.

As Bestas es un drama rural gallego que enfrenta a dos familias propietarias de tierras de un pueblo perdido de la mano de Dios. Una matrimonio francés que prácticamente acaba de llegar a la zona para cumplir un sueño de retiro rural no es bien visto por unos vecinos que llevan toda su vida labrando y viviendo de las tierras. Los franceses no quieren ceder a la venta de sus tierras, muy solicitadas por una empresa eólica, mientras que la postura de los vecinos es totalmente contraria, quieren aprovechar la oportunidad para huir del pueblo de mala muerte en el que han estado viviendo toda su vida. Este conflicto de intereses acaba derivando en una espiral de violencia que situa el foco y punto de vista en el matrimonio francés, objeto de reprimendas severas por parte de sus vecinos acosadores. Pero la película no se olvida de explorar los motivos que llevan a cada uno de los personajes a actuar de la forma que actúan, pudiendo considerarse moralmente mejor o peor el modus operandi. De hecho, la construcción de unos antagonistas perversos, de carne y huesos, cuyos motivaciones pueden llegar a comprenderse, es lo que sitúa al espectador en una posición incluso de empatía hacia unos personajes terroríficos.

Probablemente el gran punto débil de la película es su segunda parte separada por una elipsis narrativa. No tanto por resultar innecesaria sino por desviar la tensión hacia unos personajes cuya posición dramática se hace excesiva y no funciona de una forma tan natural como en la primera hora larga de película. Pero el resultado global de la obra de Sorogoyen es excelso, fundado sobre largos planos secuencias que dejan espacio a unos actores tremendamente inspirados, en un contexto rural muy identificable como nuestro, asumiendo sus luces pero sobre todo sus sombras.