Sin esperarlo, sin planificarlo. Las alegrías son más sentidas y los festivales entran mejor. Ir a Arbúcies desde Tortosa son tres horas en coche, pero qué son si uno va bien acompañado y en mente tiene a gente com Standstill, Mishima o apuestas como Mujeres o Aias. Si, además, durante la ida se pone iCatFM en la radio y averigua la existencia de una magnífica pizza de escalivada (a parte de las tiradas de caña de la del Cabaret Elèctric a Enric Montefusco), solo se puede estar babeando.
En un recinto no mucho mayor que el del KZ de Móra d'Ebre, la gente del popArb dispuso dos escenarios enfrentados (y perfectamente engranados, pasaban escasos segundos desde que terminaba un bolo y empezaba otro) y con capacidad más que suficiente para los 2000 y tantos que nos acercamos a este festival de pop con esa etiqueta de independencia musical y autóctona. Y es que la propuesta no podía ser más interesante. La escena musical catalana ha superado con creces ya su primera época. Se ha hecho grande, a base de experimentos sólidos, de apuestas maduras y de pocos prejuicios.
Como el teletransporte todavía no se ha inventado, el viernes nos perdimos a Els Amics de les Arts y Joan Colomo, aunque no puedo esconder mi interés por su ópera prima. Los que si disfrutamos desde la barrera mientras hacíamos una ingestión necesaria de alimentos, fueron Delafé y las Flores Azules, que aunque no son de mi predilección, tuvieron a la gente entregada hasta el final. Reanudaron la marcha momentos después las frikadas serias de Tarántula, uno de los grupos paralelos de Joe Crepúsculo. Impresionante bailoteo flamenco-con-las-maracas de Vincent Leone mientras se solucionaban ciertos problemas.
Tras los tarantulismos, los primeros cabezones de cartel, por decirlo de alguna manera. Standstill saltaban al escenario Montsoriu con hora y media por delante de temas (hits), que de buenas a primeras les costó un poco empezar a mover, pero que terminó en alto. Muy alto. Difícil tarea dejaron a Dorian y a Mendetz para superar a los barceloneses, que continuan atacando material de Vivalaguerra y Standstill, a parte de hacer lo óbvio con su último trabajo. Bonito guiño a Hombre Araña. Y lo dicho, ni Dorian, ni tampoco Mendetz, que han bajado algunas revoluciones en el directo, llegaron al listón, aunque estos últimos acabaron por dar algo de caña en la recta final.
Al día siguiente un pensamiento me rondaba por la cabeza: averiguar porqué Aias habían fichado por Captured Tracks. Tenía que averiguarlo. Y casi que ni puedo. La parte de los conciertos diurnos del popArb se celebra en un enclave en medio del pueblo, algo así como escondido. Pero llegué. Y caté. Que no sé yo si el sol, pero no acabaron de convencer. Aunque me gustaría verlas con algo más de alcohol en sangre y no tan en una situación casi de picnic. Y casi que me llevé mejor impresión de los Fred i Son, que suenan de maravilla en directo, y casi encajaban mejor en ese cuadro.
De lo de la noche, creo que se llevan la palma Carabén y compañía, que acabaron (como he leído en algunos tweets a los que no falta razón) con la gente en modo karaoke. No hay tema ya que se escape. Mishima ya forman parte del consciente colectivo de estas comarcas. Hicieron suyo un publico que les siguió durante su hora y media, con casi todo lo nuevo de Ordre i Aventura, con anteriores (Miqui Puig de espectador en Miquel a l'Accés 14) y con lo que deben ser ya clásicos temas del Set Tota La Vida.
Además, menciones especiales, primero para un Roger Mas calmo y sereno, que consiguió recoger mi atención durante todo su directo. También para La Brigada, que lo bordaron, y de los que quedé francamente sorprendido. Y finalmente, para la fórmula de Anímic con el polifacético e inquieto Will Johnson, que me cautivó. Lo de éste último, creo que estaba a la altura de cualquier cosa grande que pasa en el Primavera Sound. Por cierto, la suma se repetirá varias veces más durante estos próximos meses, entre ellas, en un show en la Apolo de Barcelona. Pusieron la guinda en una sesionaza de música no-tan-clásicos de hace tres y cuatro décadas una Eneida Fever inquieta y un Miqui Puig fino (creo). Y digo creo porque los pies nos traicionaron a eso de pasadas las cinco.
En fin, que apunto con cariño un festival acogedor rodeado por verde y buena música. Con ganas de volver el año que viene. Sí. Eso sí, el año que viene no duermo en Sant Hilari, no por nada, si no por esos 10km. de curvas.