En su momento dejamos pasar una oportunidad e incluso aunque parezca innnncreíble una segunda, pero ya no dimos cabida a otro resbalón y la noche del veintisiete de agosto, en la tercera edición de Tuff Kaya en la zona del Henares allá que nos presentamos, tras un veranito de lo más ajetreado, con unas ganas tremendas de refrescarnos los oídos con los ritmos jamaicanos en todas sus variantes: Reggae, Ska, Dub,... ¡Yatúsabes!
El Reggae no es que sea mi género musical favorito a día de hoy pero hace unos años, cuando el que os escribe era un joven melenudo y barbudo sí que le dio bastante a estos sonidos en su habitación, donde predominaba la energía positiva, suavona y bizcochable de Gregory Isaacs, Dennis Brown, Cornell Campbell... Todo muy Lovers Rock, como no podía ser de otra forma.
Aquella noche, todos los reunidos en la Sala EgoLive nos encontramos con la Watermelon Band Jazz ‘a’ Brass abriendo el evento y como plato fuerte, una formación vecina procedente de Guadalajara que lleva trabajando junta unos diez años y que nos tenía preparado un ecléctico y muy bien preparado recital de Música Negra que iba un pasito más allá de lo meramente jamaicano: Jazz, Swing, Reggae, Ska, Funk, Blues... Muy rico.Siete musicazos que cabían en el escenario de auténtica chiripa. Sus nombres me los supe durante los breves segundos en los que el mismísimo Charlie Barrena, guitarrista de la banda, me brindó la posibilidad de saludar a todos y cada uno de sus compañeros poco antes de empezar el concierto pero ya os digo que debido a mi memoria de pececillo de acuario, sólo pude retener sus nombres unos segundos. El público fue entrando a la sala poquito a poco, con el concierto ya empezado, y tras prestar atención a los dos primeros temazos de la noche (“Take Five” y “Police Woman”) dos cositas de la Watermelon Band Jazz 'a' Brass me llamaron poderosamente la atención: La primera, que los músicos encargados de la sección de viento son de los que saben otorgar a sus instrumentos el lugar que realmente se merecen, rompiendo con la imagen apolillada y en color sepia que los oyentes hemos ido creando sin casi apenas darnos cuenta. La razón se puede deber a que a grandes rasgos, instrumentos como el trombón de varas, la trompeta y los saxofones han quedado recluidos casi en exclusiva en el mundo de lo clásico-académico-ortodoxo (que para eso está, también es cierto) y fueron perdiendo su espacio dentro de una cultura popular que participaba del concepto y de la idea de música como divertimento. Quizás una buena muestra de esta sensibilidad dicharachera de la banda entera fue la repetición a lo largo del concierto de la siguiente máxima: “quien no baile es porque no tiene zapatos”.La segunda, la originalidad y calidad tanto de la interpretación como del repertorio. Un repasito dinámico, ancho de miras, atemporal, libre y desprejuiciado que incluyó en su set-list acertadas composiciones propias como “Arde Madrid”, el “Puttin´ On The Ritz” que Ella Fitzgerald convirtió en un standard del Jazz, el Funk discotequero del “Pick Up The Pieces” de la Average White Band… Todo rozando el lujo sonoro, hasta acabar en apoteosis máxima con “Get Up, Stand Up” de Bob Marley Feat. MD Black y la hipermegaultrasuperversión de un “Barrio Sésamo” que me llegó a lo más profundo de la patata.
Con el sudor cegándome los ojos, arrasado por la energía puesta en escena por parte de esta gente y la agenda de notas repletita, le di el último trago a la cerve y me dispuse para volver a casita en bici, pinchándoseme la rueda trasera a mitad de camino y rezando por que el tío del mazo no apareciera súbitamente en escena... Así de infausta y despiadada es la vida del pobre reportero musical, amigos.¡Chimpón!