Ara Pacis
19 de Mayo: Segundo día de la fiesta de Dea Dia: Al amanecer acudía el magister de los Arvales al lucus(bosque sagrado) de la diosa y sacrificaba dos lechoncillos y una vaca, firmando a continuación en un libro para que quedase constancia de su asistencia y de la realización del sacrificio. El resto de Hermanos acudían al mediodía, firmaban a su vez y comían la carne de los lechoncillos, antes de proceder al sacrificio de una cordera. Regresaban en procesión al templo, donde ofrecían en “ollas” una consagración vegetal. Dos Arvales se pasaban espigas de la mano derecha de uno a la izquierda de otro. A continuación dirigían una plegaria a las “ollas” y las arrojaban por una pendiente. Acto seguido procedían a cantar una arcaica canción y a ejecutar un tripudium, una danza en tres tiempos, después de la cual elegían al que había de ser magisterel próximo año.20 de Mayo: Tercer día de la fiesta de Dea Dia: Se repetían las ceremonias del primer día. Tras el banquete, se entregaban regalos a los Hermanos Arvales.21 de Mayo: Agonal de Veyovis: Sacrificio de un carnero en honor a este dios infernal, al que se pedía su protección frente a las epidemias.23 de Mayo: Segunda fiesta del Tubilustrium: Se consagran las trompetas a Vulcano, dios del fuego y de los artesanos que las fabrican, y en honor del dios tiene lugar un concierto con estos instrumentos.Rosalía: Fiestas en honor de los difuntos en las que se depositaban rosas en las tumbas.29 de Mayo: Día del roble: Lo más antiguos santuarios fueron los bosques naturales. El árbol se considera sagrado en muchas culturas y entre los celtas se venera especialmente el roble. Es la última fiesta de mayo dedicad al espíritu de la vegetación. Se hacen bailes en los bosques con profusión de adornos y guirnaldas a base de hojas de árbol. Al atardecer se plantan los nuevos robles o el árbol “rey” del lugar.Ambarvalia: Fiesta de purificación de los campos, en la que se ofrecía una suovetaurilia (sacrificio de un cerdo, una oveja y un toro) a Marte.
31 de Mayo: Celebración de los Ludi Saeculares de Augusto. Juegos organizados como conmemoración del cumplimiento de un nuevo siglo de la ciudad de Roma, que tuvieron lugar en el año 17 a. C. y duraron tres días. Comenzaron con una invitación al pueblo a que participase en estos “juegos que nadie había visto y nadie volvería a ver”. Para esta ocasión escribió el poeta Horacio su Carmen Saeculare.