Revista Cine
El FICC México continúa hoy con programación nacional que ya tuve oportunidad de ver hace un año en Guadalajara y con una película hongkonesa que vale mucho la pena revisar. Dice el corresponsal cinéfago Alberto Acuña Navarijo que algunas de las funciones a las que asistió ayer estaban vacías. A ver cómo están en este fin de semana largo.
Dentro de la Semana de Cine Mexicano se exhibe hoy, a las 16 horas y en Cinemark Lindavista, Martín al Amanecer (México, 2010), segundo largometraje de Juan Carlos Carrasco. La cinta es dos películas en una y lo malo es que esas dos secciones no terminan nunca de embonar por completo. En la primera, el Martín del título (Adal Ramones, convincente en plan serio) viaja de la capital a algún pueblito perdido en la nada, cargando una urna de cenizas. Al inicio, estamos en los terrenos del muy de moda slow-cinema: el tono es lánguido a más no poder -el título del filme aparece a los diez minutos y alguien dice la primera palabra a los quince- pero después, en la última parte, la cinta se transforma en una especie de thriller rural con todo y mefistofélico ricachón de horca y cuchillo (Manuel Ojeda, muy en su papel). La cámara de Aram Díaz se luce y el reparto es cumplidor (incluyo a Adal Ramones, que no lo hizo nada mal en Puños Rosas/Gómez/2004), pero la historia nunca terminó de convencerme.
En el mismo Cinemark Lindavista, a las 18:30 horas, se exhibe Depositarios (México, 2009), ambiciosa opera prima de Rodrigo Ordoñez que, presentada hace un año en Guadalajara 2011, es hora que no se estrena comercialmente. Aquí es exhibida en la Semana de Cine Mexicano.
Estamos en México, en el año dos-mil-veintitantos, en una suerte de futuro alternativo. Sucede que en los años setenta del siglo XX, aquí mismo, en nuestro país, se dio el nacimiento de la tecnología de los "depositarios" del título. En este mundo alternativo de marras, las parejas que pueden darse el lujo de pagarlo, tienen un embarazo doble. Es decir, la mujer pare a su hijo y, al mismo tiempo, a un gemelo "depositario" al que se le transmitirán todos los problemas mentales y psicológicos del "original", mientras éste se la pasa feliz de la vida, cual Fernández Noroña en día que quincena. Por supuesto, el "depositario" de marras servirá también de refaccionaria biológica si el "original" necesita un órgano interno, un ojo, un cachete o nomás quiere cambiarse las uñas.
La trama es derivativa a más no poder, pero el debutante Ordoñez no se amilana y hace bien en no hacerlo. Su cinta alterna momentos penosos con escenas bastante logradas y, sin duda, el disparejo resultado final termina siendo negativo, pero nunca pensé en abandonar la sala ni por un momento. A lo mejor usted cree que esto no es un gran elogio, pero seguramente usted no ve 5 películas mexicanas diarias en Guadalajara como yo suelo hacerlo.
Algo de lo mejor de esta jornada en el FICCM 2011 se presentará en el mismo Cinemark Lindavista a las 21 horas, dentro de una curiosa sección llamada "Presentaciones Especailes". Se trata de Yi ngoi (Hong Kong, 2009), décimo largometraje de Pou-Soi Cheang, de quien confieso no conocer nada de él, aunque por ahí tengo arrumbada una de sus películas, Gau ngao gau (2006), de la que he leído cosas muy buenas.
Yi ngoi -título internacional en inglés: Accident- es un thriller paranoico con ecos de la obra maestra coppoliana La Conservación (1974). Un cuarteto de asesinos a sueldo liderados por Ho "el Cerebro" (Louis Koo) se especializa en escabecharse a sus víctimas de tal manera que todo parece un extrañísimo accidente. Sus golpes son tan perfectos que, aunque la víctima sea un blanco obvio -digamos, el capo de una triada- nadie puede sospechar que todo fue meticulosamente planeado. Por lo mismo, porque sabe que todo puede ser planificado -la caída de un ventanal, la electrocución por un rayo-, Ho no cree en las casualidades. Así que cuando "Fatty" (Suet Lam), uno de los miembros de su equipo, es atropellado por un tranvía en una noche lluviosa, Ho está convencido de que su muerte no pudo ser ccidental y que alguien lo ha descubierto a él y a sus compañeros. Ho, un profesional de los accidentes, tendrá que descubrir quién es "el Cerebro" rival y quién entre los sobrevivientes de su equipo -el anciano "Tío" (Shui-Fan Fung) o la Mujer sin Nombre (Michelle Ye)- es un traidor.
El filme es ejemplarmente eficaz en su puesta en imágenes: en apretados 89 minutos la tensión psicológica va aumentando de manera exponencial, aunque la resolución sea demasiado convencional y hasta previsible. De todas formas, Cheang sabe cómo hacer avanzar la historia con elegancia y economía de medios. No por nada la película es producida por Johnnie To, uno de los patriarcas del cine hongkonés en las últimas dos décadas.