Es conocido el gran número de privilegios que disfrutaban los miembros del antiguo Polit Bureau en la Rusia comunista, de información y fronteras herméticamente cerradas, los españoles hemos sido siempre más próximos al calor caribeño en el que Cuba fue, y es, el paraíso del turista y el paradigma de las libertades para muchos progresistas, como el Sr. Willy Toledo que debe estar encantando en la isla.
La verdad es que China, Cuba o los países árabes son el ejemplo más cristalino en el mundo de falta de libertad y de democracia, pero la cosa se complica aún más cuando tenemos noticia de la publicación de un libro por parte de quien fue guardaespaldas de Castro durante diecisiete años. Los comentarios de este hombre no tienen desperdicio:
“El comandante se cuidó mucho de mantener lejos de la vista de los cubanos su vida privada, “el secreto mejor guardado de la Revolución“, asegura Juan Reinaldo Sánchez, según los extractos del libro que ha podido consultar Efe. El hombre que acompañó casi a diario a Fidel entre 1977 y 1994 describe el lujoso yate del líder, Aquarama II, copiado del de un allegado del régimen de Fulgencio Batista (presidente de Cuba entre 1940-1944 y de facto en 1952-1959), con cuatro motores, que le regaló el dirigente soviético Leónidas Breznev. Fondeado en su puerto privado de Bahía de Cochinos, cada paseo del barco implica todo un despliegue, que incluye otros dos navíos, uno de ellos totalmente medicalizado, una patrullera militar y varios aviones en alerta para evitar que el comandante sufra un atentado. El guardaespaldas relata que él estuvo “cientos de veces” en ese “pequeño paraíso”, donde era el encargado de escoltar al comandante durante sus numerosas batidas de caza submarina en unos fondos marinos casi vírgenes. En cuanto el tiempo era clemente, Fidel y su esposa Dalia acudían casi cada fin de semana a Cayo Piedra, mientras que en la temporada de lluvias el comandante prefería la caza del pato en la mansión La Deseada, situada en la provincia de Pinar del Río. “En agosto, los Castro se instalaban durante un mes en su isla de ensueño“, desde la que el líder acudía a La Habana en helicóptero si algún imperativo así lo exigía, añade. Ningún cubano de a pie penetró en la secreta isla de Castro, a la que solo un reducido grupo de privilegiados, casi todos extranjeros, fueron invitados“.
Eso es ejemplo de democracia y repseto hacia el pueblo; también puede considerarse que la mejor forma de revolución, empieza por uno mismo. en fin, no merece otros comentarios.