Revista Educación

Fido, II Guerra Mundial

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Fido, II Guerra Mundial

20 septiembre 2013 por evasinmás

En el programa radiofónico Más Morning de M80, cada jueves, una sección provoca la necesidad de apartarse de la carretera, camino al trabajo, para escuchar con atención y, a veces, llorar con disimulo. En ella se narran las historias de perros que han sido héroes o que han demostrado una fidelidad desconocida para la mayoría de los seres humanos. Ayer, jueves 19 de septiembre de 2013, le llegó el turno a Fido. Esta sección se agradece porque compensa todas esas noticias que cada día, alternan ordenanzas municipales que restringen cada vez más la vida de los perros y sus dueños en sociedad, con otras que, por fortuna, abren nuevos espacios para compartir tiempo y libertad con nuestros amigos peludos. Pero esa es otra historia. Vayamos a Fido.

Este animal, que sus dueños, en un pueblito italiano allá por la II Guerra Mundial recogieron herido de una cuneta, acompañaba a su dueño por un camino considerable a la parada de guagua (autobús), donde éste tomaba el vehículo que lo llevaba a su trabajo en una fábrica. Luego, regresaba a hacer compañía a la mujer, para, siempre a la misma hora de la tarde, hacer de nuevo el recorrido, solo,  hasta recoger a su dueño. Éste, sin embargo, murió durante un bombardeo de la II Guerra Mundial, que arrasó la fábrica y Fido siguió acudiendo, cada día, a la parada de la guagua a buscar a un dueño que nunca regresó, durante nada más y nada menos que catorce años.

Estatua en homenaje a Fido que erigió el Ayuntamiento de  Luco di Mugello, en Italia.

Estatua en homenaje a Fido que erigió el Ayuntamiento de Luco di Mugello, en Italia.

Por fortuna, Fido recibió en vida el homenaje y cariño de todo el pueblo y vio cómo le otorgaron la medalla de oro del Ayuntamiento en cuestión y le hacían una estatua. Mucho me temo que el regalo que de verdad quería Fido era otro: ver bajar un día a su dueño de esa guagua.

Les dejo aquí las imágenes reales de Fido, de uno de esos paseos que nunca tuvieron un final feliz, como sí lo habían tenido durante tanto tiempo antes. Hoy, con tanta ley que persigue a los perros (muchas veces con la excusa de que es para protegerlos) hubieran multado a su dueña por permitir estos paseos en solitario y Fido se habría visto encerrado, sin poder expresar esa fidelidad que lo hizo célebre.

 


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