Los torturadores son todos una maldición del mundo, gente loca, sin sentimientos, escrupulos y sobre todo descarados, más aún a la hora de comparecer anta la justicia y hacerse cargo de las atrocidades cometidas, donde lo más seguro es que se llenaran la boca de mentiras y verán de echar la culpa a cuanto superior se les ponga delante.
Kaig Guek Eav, alias Duch, no es la excepción, sino que por el contrario durante todo el documental de DUCH MASTER OF THE FORGES OF HELL, pensé en el terrible parecido de uno con el Guatón Romo de Chile.
Lo que me da más espanto, es que este asqueroso torturador dice haber hecho todo lo que poquito confiesa, porque estaba ejecutando las órdenes del Partido Comunista de Camboya, quienes con el discurso de la revolución del proletariado, tenían como misión acabar con todo aquello que pudiera convertirse en enemigo o lo fuera en sí mismo. Era un tanto fuerte escuchar los testimonios de esta bestia, a la cual no se le movían ni las cejas, mientras de música de fondo sonaba mi amada Internacional. Me quedo sin palabras, porque soy ignorante y no tengo argumentos para defender lo indefendible en este caso, como lo es a un torturador, cabeza de la detención, torturas terribles, muerte y desaparición de miles de camboyanos elegidos como enemigos. Podría decir que no es lo mismo el Comunismo en oriente que en occidente, pero con esos argumentos, es mejor quedarse callada.
Entonces vuelvo simplemente a la idea de estar durante 100 minutos frente a este señor, Duch, quien con toda tranquilidad y en un estado físico que deja mucho que desear, con una dentadura malísima, una mano a la que le falta un dedo, que tiene un zurco de huella de que ahí existió alguna vez un dedo, una apariencia que da asco y espanto. Pensaba en los prisioneros de estas carceles la S21 o sino en los de Tazmamart que no tenían ventilación, ni ventana, menos una cama comoda y mullida, ninguna posesión material en definitiva, mientras este ser detestable, goza de una pequeña habitación de cama cómoda y mullida, escritorio, papeles para escribir, lápiz, libros, una ventana por donde todos los días entra la luz natural, el sol, se puede mirar si llueve o relampaguea. Un asco. Una injusticia.
Pensaba en ese sentido que la dinámica del documental, la técnica para contar esta historia es un tanto tediosa, aburrida, será porque el señor Duch en cuestión es detestable y porque habla con tanta desfachatez de sus hechos, que después de la media hora dan ganas de levantarse e irse o de levantarse y caerle al cuello o tirarle un escupo. Salir de esa metodicidad para contar con lujo de detalles todo lo que hizo, de lo que supuestamente sí se acuerda, contar además en su calidad de preso, con todos los papeles, fotos y fichas con las acciones cometidas, papeles de aquellos tiempos y que por alguna razón le han permitido guardar.
Y en su discurso y en sus palabras, sale una y mil veces esa cosa obediente tipo oveja que siempre detesté de la militancia, razón por la que nunca entré a un partido, eso de "cumplía con las órdenes del alto mando", "soy tan solo un militante obediente". Digo yo acaso los militantes ¿no dejan nunca de ser ovejas y retomar su conciencia? A lo lejos escucho la voz de cierto militante, de cierto partido chileno, que tuvo a bien echarme de cierto movimiento en el cual trabajaba por un motivo en particular, aludiendo a que yo era una pésima militante porque no obedecía al comité central y me dejaba llevar demasiado por mis ideas. Bendita suerte que me hizo ser tan llevadita por mis ideas.
Pero volviendo al documental DUCH MASTER OF THE FORGES OF HELL, encuentro interesante el tema, la manera de abordarlo, pero no sé en realidad si daba para que estuvieramos frente a ese vomito de ser humano durante tantos minutos.
Recomendada!!
SINOPSIS:
Entre 1975 y 1979, el régimen de los Jemeres Rojos causó la muerte de alrededor de 1,8 millones de personas, es decir, de un cuarto de la población de Camboya. Kaing Guek Eav, alias Duch, dirigió durante cuatro años la prisión de M13, antes de ser nombrado por el Angkar (“la Organización”) jefe del centro S21 en Phnom Penh: una aterradora maquinaria asesina que, según los informes, se llevó las vidas de 12280 camboyanos. Pero, ¿cuántos más desaparecieron sin que se haya encontrado ningún rastro? En julio de 2010, Duch fue el primer dirigente jemer que compareció ante un tribunal de justicia internacional. Ahora que se encuentra a la espera de su apelación, el cineasta Rithy Panh recoge su palabra desnuda, sin adornos, en el aislamiento de una entrevista a solas.
CALIFICACION:
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FICHA TECNICA:
Título original: Duch Master of the Forges of Hell, Cambodia, 2011
Director: Rithy Panh
Guionista: Rithy Panh
Director de fotografía: Rithy Panh, Prum Mésar
Dirección artística: Roeun Narith
Montaje: Marie-Christine Rougerie, Rithy Panh
Música: Marc Marder
Intérpretes: Kaing Guek Eavmi septima pasion