…post popurrí…
Sí, este post va a ser un popurrí porque, para contarte lo que fue mi Noche Vieja, te voy a hablar de comida, outfits, estilimos para el cabello afro y… ¡fiesta! Así que vamos allá, y disculpa de antemano que vaya a ser algo largo.
La verdad es que no contaba con que me lo fuera a pasar tan bien como me lo pasé, y eso siempre es genial, porque la Noche Vieja superó, con todo, mis expectativas.
Como ya debes saber y, si no, te lo digo, estoy en una asociación cultural, una colla de diablos y, para recaudar fondos para poder hacer salidas en verano, durante el invierno se intentan organizar diferentes eventos: hace dos años, en 2011, la fiesta de Halloween, y la fiesta de fin de año; el año pasado, 2012, carnaval, y también la fiesta de año que ahora te cuento.
En esta ocasión lo que hicimos fue ceder el uso del centro cívico a un grupo de jóvenes que, cada año, alquila una nave industrial y celebra la fiesta para unas cuatrocientas personas; este año no tenían local, así que les ofrecimos el uso del centro cívico (ya que, como asociación lo habíamos solicitado para organizar la fiesta). Así que lo que hicimos fue cenar directamente allí, los miembros de la colla que íbamos a participar, con nuestras familias, y tomar las uvas.
Me preparé en casa, me puse uno de los vestidos Mango que me autoregalé por mi cumpleaños y que todavía no había estrenado. Se trata de un vestido entallado, confeccionado con hilo metalizado, cuello redondo, tirantes, y forro interior. Y lo combiné con mis botines Marian de Geox, en Spartoo, y que, además, ahora puedes comprar con un descuento del 30%, pagando 84 € en vez de los 120 € que cuestan, gracias a las rebajas de Spartoo, que duran hasta el 28 de febrero.
En el cabello me hice un twist out, deshaciendo los mini twist que llevé durante toda la semana; una vez deshechos los twists, los hidraté con mi revitalizing leave-in conditioner de Jane Carter Solution (del que tengo pendiente la reseña, lo sé), para después sellar la hidratación con aceite de jojoba.
Los que organizábamos la fiesta, cenamos ya en el centro cívico, y tomamos las uvas también allí. El menú estuvo compuesto por un poco de aperitivo (patatas, patés, fuet, olivas, berberechos…), empanadas gallegas de atún y carne, y huevos gordos, hechos por Esther (el link es a su blog, donde podrás leer la receta) y, de postre, un pastel fresco de limón, que comimos justo antes de las uvas.
Después de tomar las uvas empezamos a ponernos a punto, aunque ya poca cosa había que hacer, más que esperar a que llegase la gente, y hacernos cargo del guardarropa, que es uno de los acuerdos a los que llegamos con el grupo organizador de la fiesta. La sala que habilitamos para el ello estaba preparada desde la tarde.
La sala que iba a hacer las veces de discoteca, ya estaba lista, con los equipos de luces y sonido preparados, y la zona de la barra también estaba habilitada, con las botellas esperando a que llegasen los camareros (que eran los mismos chicos del equipo de organización), y los consumidores, por supuesto.
Así que allí estuvimos, dando el callo a partir de la una de la noche, que es cuando empezó a llegar gente; tengo que decir que fuimos capaces de organizarnos muy bien, y la recogida de los abrigos estuvo muy coordinada, y no se hizo pesada, para nada en absoluto.
Después, del boom inicial, la cosa ya se fue calmando, y apenas tuvimos que dar un par de chaquetas, o de bolsos, sobre todo a chicas que querían cambiarse los zapatos de fiesta por manoletinas más cómodas. Y ya, después de eso, pudimos nosotros también bailar, y disfrutar de la fiesta, como podéis ver en la siguiente foto, en la que estoy con mi amiga Ana, dándolo todo.
Hacia las cuatro de la mañana, sacamos unos frankfurts que compramos, pensando que, a esa hora, la juventud tendría ganas de meterse algo en el estómago; pero bueno, pensamos que iban a comer muchos más de los que compramos, y a penas se consumieron una cuarta parte (quitando a la organización, que comieron casi todos, pero era lo esperable, con tanto trajín que llevaron toda la noche sirviendo copas).
No puedo decir cómo acabó la fiesta, porque a las seis de la mañana, Chocolatina Mayor ya estaba para el arrastre: estuvo bailando y jugando toda la noche mientras Chocolatina Menor dormía desde cerca de las dos de la mañana. Así que nos fuimos para casa.
Esta ha sido mi fiesta de Noche Vieja; la verdad es que no estaba muy animada de entrada, como ya te he comentado; pero después de lo vivido, firmo por que la próxima sea, como mínimo, igual de divertida que ésta.
Feliz año nuevo.