España vive su tercera ola de coronavirus y contabiliza hasta 100 muertes diarias en varias regiones del país, sin embargo, esto no frena el ocio nocturno y por el contrario lo impulsa bajo una “sensación de impunidad”
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Solo en la ciudad de Madrid se detectaron más de 2.000 fiestas prohibidas en lo que va de año, cada vez más organizadas, sin los responsables presentes y sin dinero efectivo de por medio porque las bebidas se pagan con aplicaciones del teléfono celular.
Solo el temporal de nieve del pasado mes fue capaz de parar las fiestas. Desde enero, la Policía Municipal de Madrid desalojó 2.038 de ellas en locales y domicilios, lo que muestra la magnitud de este ocio nocturno “paralelo” que va más allá de las celebraciones con amigos en una casa.
La organización de estas fiestas prohibidas cuentan ya con una “cierta especialización” y, poco a poco, se han ido afinando “los procedimientos de captación de gente”, asegura a Efe el comisario de Policía Municipal, José Luis Morcillo, quien advierte de que “el riesgo y la irresponsabilidad es la misma”.
En cualquier lugar y pagadas con el celular
Las fiestas se celebran indistintamente en viviendas o locales, tan variados como joyerías, garajes o trasteros, dice el comisario.
El perfil de los asistentes es el de un joven de entre 20 y 30 años que paga unos 20 euros, mediante la aplicación de Bizum, para acceder al lugar donde se celebra la fiesta. Antes las bebidas iban incluidas en el precio pero ahora ya no.
Fuentes policiales consultadas por Efe tienen claro que estas fiestas alternativas seguirán existiendo mientras haya restricciones, porque hay demanda entre algunos jóvenes en los que no caló el mensaje de la responsabilidad.
Las fuerzas de seguridad, explican estas fuentes, advirtieron ya de que algunos empresarios de la noche -no son todos, dejan claro- están detrás de estas fiestas. «Tienen sus locales cerrados pero tienen la infraestructura. Desde sus equipos de música, a camareros o DJ. Buscan otros lugares menos controlables y abren el negocio», dicen a Efe.
El portavoz de la asociación de empresarios de ocio nocturno Noche Madrid, Vicente Pizcueta, lamenta que no se trabajó en la «concienciación juvenil» y los jóvenes tienen un «sentimiento de inmortalidad».